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Soul de carne y hueso

Soul de carne y hueso

Imagínese una enciclopedia de la música popular en el corazón de una jukebox con largas piernas, gafotas y melena del que brotan temazos de soul negro, rhythm and blues blanco, melodías de pop californiano y algún retazo de psicodélico swinging London. Aquello se vuelve una adicción y, en pocos días, usted es completamente feliz pero pobre de solemnidad. Yo ya era pobre, pero desde que conozco a Joel Sarakula soy más feliz.

Este artista, que rebosa estilo y talento, presentó Love Club, su último LP, el sábado por la tarde en la sala 16 Toneladas. La banda con la que está girando tiene una calidad sobresaliente y un sexto sentido para captar la esencia de los temas y aportar ideas propias que engrandecen la obra del chaval. Con ellos, las canciones de este joven australiano tienen un arrollador feeling en directo y suenan hipervitaminadas. Hay más tensión en los punteos y docenas de efectos en la guitarra de Lalo López. Los ritmos se vuelven más rápidos y potentes por obra del batería Marc Benaiges, ambos componentes de la Fundación Tony Manero. El bajo de Leo Guateque, de Los Retrovisores, sonaba musculoso, profundo y mollar. Y Joel tocaba de pie el teclado, sonreía, contoneaba sus caderas, cantaba con sentimiento y convicción y con una casta que en ocasiones le rasgaba la voz. Declarando su amor por el soul en cada sílaba y pasándoselo estupendamente.

La tónica de toda la actuación fue el funk pesado y pegajoso, enérgico y divertido. Un sonido hinchado, brillante y voluptuoso que puso a bailar a la peña desde el principio hasta el final. Se coló algún midtempo porque teníamos que respirar de vez en cuando, pero no hubo tregua en casi dos horas. Ritmos rápidos en forma de llenapistas de soul zapatillero, dramáticos e intensos, de los que piden talco y backdropings. Superlativo, créanme. Lo afirmaban mis amigos, gente curtida en innumerables allnighters. La escena soul valenciana, que entiende tela de estos asuntos.

Perdonen las intimidades, pero tras diez años fuera de Valencia, Joel Sarakula ofreció uno de los conciertos de mi vida. Por eso, y aunque hice la mudanza hace un mes, no puedo dejar de pensar que fue el sábado por la noche cuando de verdad regresé a casa.

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