Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crítica musical

La dignidad de la clase obrera

La dignidad de la clase obrera

Si aplicáramos al mundo del rock vagas consideraciones marxistas nos encontraríamos, entre otras absurdas conclusiones, con que en ese negocio también existe la división entre clases sociales. Hay una élite aristocrática que acapara portadas, viaja en jet privado y su palabra es el evangelio en cualquier tema, desde la paz universal hasta el gluten. Hay una clase media que, ya sea por su connivencia con la industria, el talento o algún golpe de suerte, ha conseguido sólidos recorridos con éxito de público y crítica. Y existe una clase obrera que con su calidad, esfuerzo, carencias y virtudes nunca ha llegado al estrellato o a jugar en primera división. Como usted, yo y el común de los mortales.

Mientras en la sala Republicca esperaba ver a los Deacon Blue abstraído en estas consideraciones, a mi alrededor sólo se escuchaba hablar en inglés. Alma dotora, inquirí a mi vecino. Con un espeso acento escocés, me reveló que había programado sus vacaciones familiares alrededor del concierto que nos ocupa. El de más allá me contaba que muchos habían venido en avión desde Glasgow para ver el show y otros que se iban uniendo a la conversación me confesaron que viven en la costa alicantina y habían fletado minibuses para venir a València. Y aquello, entre locales y forasteros, lleno a reventar.

Salieron Deacon Blue y tocaron su amable pop rock ochentero sin aristas, sentimental, cargado de teclados. Se alcanzó el éxtasis en «Real gone kid», «Dignity», «Twist and shout» y «Wages day». Y para demostrar que siguen en el tajo y no todo iba a ser nostalgia, atacaron con energía «The believers» y «The outsiders», dos canciones de sus últimos trabajos. Pero fue con «I will and I won't», «He looks like Spencer Tracy» y baladas similares cuando el exjugador de rugby manchó de lágrimas la flor de cardo que adornaba su pecho colosal, la mujer morena entrada en años, coronada para la ocasión con un pixie espectacular, se mecía con los ojos cerrados, y alguien detrás de mí susurraba s o beautiful.

Banda y público en abierta y continua comunicación durante hora y tres cuartos. Una relación basada en la identificación. En que, tal como me contaba aquel grupo de escoceses, unos y otros llevan a sus niños a colegios públicos. En que su música habla de cosas cotidianas que suceden a gente común. Que cuando te los cruzas por la calle, en el súper y en el pub tienen un rato para conversar contigo. En que son trabajadores humildes pero orgullosos, de gustos y costumbres sencillas. Y oye, al final el capital no te devuelve las plusvalías en forma de velero, pero si tienes conciencia de clase jamás podrá quitarte la dignidad.

Compartir el artículo

stats