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Román, entrega sin premio

El valenciano pierde con los aceros un triunfo que podría haber sido clave de cara al futuro

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Feria de Fallas 2019

Salió Román a resolver a las primeras de cambio. El torero de Benimaclet hincó las dos rodillas en tierra en el mismo centro del ruedo. Citó al toro, que se le vino galopando, y le dio una arrucina. El fuenteymbro se tragó el primer envite, pero en el pase cambiado por la espalda, arrolló al torero y le pegó un revolcón que, afortunadamente, no revistió mayores consecuencias. La faena fue un toma y daca constante en el que unas veces ganaba el toro y otras el torero. Cuando no tienes la moneda, no te queda otra opción que lanzarla al aire, y al valenciano, a medida que avanzaba su obra, parecía que le iba a salir cara, que de nuevo le iba a sonreír la diosa fortuna. Pero no, esta vez -como en otras ocasiones- la cruz de la espada le cerró toda posibilidad. Para más inri, al astado de nombre «Damasco», le dieron una indulgente vuelta al ruedo. Tuvo seriedad y exigencia en su comportamiento en el último tercio de la lidia y había que llevarlo toreado para que no te comiera vivo, pero a penas se le pegaron dos picotazos en varas, del segundo de las cuales salió suelto, y se dolió en banderillas. Medir la bravura de un toro exige atender a los tres tercios de la lidia. Lo que han conseguido los apóstoles de la indultitis es que esto haya que explicarlo. Por eso, el toro no fue merecedor de semejante honor, que comparte inmerecidamente -por cierto- con «Horroroso», el toro de la feria.

Al cuarto, Román le quiso aplicar la misma receta, pero el fuenteymbro era más de paz que de guerra. Tardó en darse cuenta el de Benimaclet y, en la segunda mitad de su faena, acortó distancias con su oponente, le dejó la muleta puesta y tiró de él para firmar unas series de mayor sosiego y reposo. Otra vez la tizona, su asignatura pendiente, le jugó una mala pasada y volvieron a desvanecerse todas sus opciones de triunfo.

Finito de Córdoba entró en el cartel por la vía de la sustitución. Tiene gracia el tema. Simón Casas, empresario de Madrid y València, monta un sorteo para refrescar el escalafón de matadores, y en las dos oportunidades que ha tenido en València para predicar con el ejemplo, ha hecho todo lo contrario. Dejó sin cubrir la baja de Manzanares y ayer le dió la sustitución a un diestro veterano. Igual el propósito del francés no es tanto renovar como abaratar los carteles. El diestro de Sabadell cortó una oreja barata al cuarto de la tarde en una faena de nula exposición, absolutamente esteticista y escaso compromiso. Al que abrió plaza, se limitó a pasarlo de muleta con cierto aire y sabor por ambos pitones. Tras una primera serie de tanteo por el pitón izquierdo dejó una tanda de naturales corriéndole bien la mano y llevando largo al fuenteymbro. Basó su inicio de faena por ese pitón. Una vez metido al toro en la muleta lo intentó por el derecho, por donde consiguió los pasajes más estéticos de su labor, con algún derechazo sentido. Mató de pinchazo y media estocada atravesada.

Ginés Marín no tuvo opción con el tercero de la tarde, que fue un mulo. Intentó alegrar la sosa embestida del burel, que iba y venía a regañadientes y sin gracia alguna. Optó por abreviar y lo pasaportó de algo menos de media estocada atravesada y un descabello. Ante el que cerraba plaza, realizó una faena acelerada, intermitente y lineal por ambos pitones, componiendo la figura a toro pasado. Un año más, el joven diestro no se comprometió lo suficiente, sobre todo en el último trasteo, y de haberse ajustado y templado más justificaría una vuelta a las próximas Fallas.

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