La plaza más antigua de la Comunitat Valenciana, fechada de 1843, volvió a dar un festejo taurino. Y eso ya es un gran noticia. El coso, excavado sobre la propia roca viva, registró una buena entrada que casi llenó el aforo de la plaza. La expectación llegó hasta las terrazas de las fincas aledañas al ruedo, donde también habían aficionados. Francisco Rivera, «Paquirri», volvió a hacer el paseíllo para realizar una labor compuesta, bien estructurada y templada con unas formas de torear más bullangueras que clásicas. El quehacer tuvo mejor factura por el pitón derecho que por el izquierdo frente a un novillo con prontitud y fijeza. Los naturales a pies juntos mirando al tendido fueron jaleados y, los pases de pecho, tuvieron armonía. Pasaportó al animal en el quinto encuentro y necesitó varios golpes de descabello. Fue ovacionado.

El Fandi paseó las dos orejas del segundo de la tarde. Dejó hasta cuatro pares de banderillas, suerte con la que puso la plaza boca abajo. El torero granadino administró la floja condición del novillo y, tras una faena a media altura, varios molinetes de rodillas y un desplante, paseó el doble trofeo.

Los pasajes de la faena de Emilio de Justo al tercero de la tarde tuvieron buen gusto y sabor. Una media verónica en el saludo capotero ya apuntó sus intenciones. El mismo efecto tuvo el galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo.

El inicio genuflexo, suave y firme, fue el prólogo de una faena donde se vieron los mejores muletazos de la tarde. El torero de Cáceres, recuperado de su lesión de muñeca que le obligó a perderse la cita de las Fallas, dio distancia al ejemplar y firmó derechazos con expresión y torería. La embestida iba larga y Emilio de Justo cogió bien el aire para torear con ajuste y profundidad al natural. La clase y el temple surgieron de un concepto que está temporada despierta la ilusión a los aficionados más exigentes. La estocada al tercer intento, tras mete y saca y pinchazo, redujo el premio a una oreja tras aviso.

El cuarto novillo de la tarde tuvo más remate que sus hermanos y empujó con codicia en el caballo. Rubén Pinar realizó una labor pulcra e inteligente. Los naturales, templados y largos, fueron lo mejor de una labor marcada por la falta de fuerzas de un ejemplar que embistió con brusquedad. Pinar paseó una oreja tras media estocada y un golpe de descabello.

El novillero francés El Rafi, que ya apuntó maneras en Algemesí la temporada pasada frente a la novillada de Victorino Martín, dejó constancia de sus buenas formas y cortó dos orejas. Corrió bien la mano frente a una boyante embestida. Inició por estatuarios y demostró frescura y capacidad por ambos pitones. Las luquesinas finales metieron finalmente al público en el bolsillo y paseó el doble apéndice.

La empresa Tauroemoción volvió a apostar por dar toros en coso que ya cuenta con 176 años de historia y contó con el apoyo de la Peña Taurina Esplá de Bocairent y la Associació Cultural Taurina de la misma localidad. Parte de los beneficios irán destinados al Centro Ocupacional de Bocairent, entidad local que trabaja por la integración de personas con discapacidad.