Esta noche a las 21.00 horas en la Sala Jerusalem de València el músico argentino Diego Torres ofrecerá un concierto para «un grupo selecto de fans», según explican los organizadores de la actuación. «A los fans hay que cuidarlos siempre -explicaba ayer Torres a Levante-EMV-. Lógicamente, con el paso del tiempo, la relación acaba siendo muy sólida, de mucha confianza, de ganas que compartir. Lo importante es que uno nunca pierda las ganas de visitar los lugares, de tomarse el tiempo para llegar a cada lugar».
No obstante, él, que tiene fans a capazos, y no solo como músico sino también como actor, sobre todo en Latinoamérica, asegura que eventos como el de esta noche no son tanto un regalo para sus seguidores de toda la vida sino una cuestión de «exigencia» hacia uno mismo: «Cada vez que armo un espectáculo, una gira o un disco nuevo o una canción, siempre lo hago con la misma responsabilidad, sabiendo que hay mucha gente que está esperando para disfrutar».
En España, Torres es conocido sobre todo por «Color esperanza», canción que grabó en 2001 y que en 2013 volvió a lo alto de las listas al ser versioneada por varios artistas en una campaña de lucha contra el cáncer. Aunque con temas cómo éste, o como «Sueños» u «Hoy es domingo», pareciera que se ha especializado en melodías y letras optimistas y esperanzadoras, de taza de desayuno, él niega la mayor: «En mis canciones hay momentos tristes y duros, hay reclamos como 'Deja de pedir perdón' sobre la pobre gente que no le queda otra que robar por una necesidad, o 'San Salvador', donde me preguntaba qué estamos haciendo en el mundo? Incluso para mí 'Color esperanza' es sobre alguien que no está bien, que está empantanado, que necesita cambiar el aire. Creo que es una canción más de lucha que de felicidad, de que para llegar a ese camino hay que ser un luchador, y eso me refleja a mí».
El buen rollo que transmite este tema contrasta con el malestar que hizo público el también músico argentino Coti, compositor principal de la canción, al saber que Diego Torres había cantado «Color esperanza» en el concierto organizado por el multimillonario Richard Branson para llevar ayuda humanitaria a Venezuela.
«Me sorprendió que Coti no me escribiera si tenía una preocupación -subrayaba ayer Torres-. Yo, como otros, no fui allí por una cuestión política sino porque nuestras canciones son muy queridas por los venezolanos y tienen historias muy complicadas de vida más allá de la política. Creo que la política acá queda afuera, y creo que eso Coti no lo entendió. Esto era una cuestión humanitaria y no estábamos apoyando ninguna invasión imperialista de nadie». «La política a veces pretende dividirnos y ver de qué lado y no encontrar la verdad -concluye el cantante-, y pienso que nuestro países en Latinoamérica están como están porque no se busca la verdad. La mayoría de los políticos de la región dejan mucho que desear».
En el concierto de esta noche Torres interpretará varios de sus clásicos y algún adelanto del nuevo disco que tiene previsto editar después de verano. En él se incluirá «Esa mujer», tema publicado como single el pasado marzo y en el que el artista de Buenos Aires une el sonido del bandoneón y el ritmo de la cumbia en una base electrónica cercana a los sonidos urbanos más novedosos.
¿Cuestión de moda? «No -asegura-. La música latina es muy amplia, va más allá de los fenómenos que pueda haber en un momento o en otro. Hay que ver las cosas a largo plazo, y cuando pase el tiempo miraremos que es lo que dice la historia. Yo, dentro del pop, siempre fui un artista bastante abierto, siempre hice mucha fusión, no fui un baladista tradicional ni tampoco de un género en particular? En los 90 hacía reggae y ya le metía rap? No me siento ajeno a nada de lo que ocurre en el mundo musical y de hecho. Me gusta la fusión pero no la confusión».
Estas nuevas músicas llevan aparejados también nuevas formas de consumo de las que Torres no es ajeno, como demuestra que sus últimas canciones, como «Esa mujer» o «Un poquito», que canta junto al colombiano Carlos Vives, no se midan por ventas sino por escuchas en Spotify o visualizaciones en Youtube. «No, no me preocupa en absoluto. Solo me preocupa llegar a fin de mes», dice riendo. «Uno se tiene que acostumbrar a los nuevos formatos pero sin perder el horizonte.
