P «Peregrinaçao» se publicó en 2017, pero llevaba trabajando con él desde mucho antes. ¿Ha sido un disco difícil?
R Tenía música para hacer cuatro discos. Hice un parón, lo repensé, puse orden en la casa para que saliera algo con el sentimiento de recorrer un camino, que se notara eso cuando se escucha. Era muy difícil describir ese camino a través de un disco. Pero ya estoy en otra fase. Sigo tocando temas de Peregrinación, que me gustan mucho, pero también nuevos temas originales, versiones y clásicos como «Extraña forma de vida», «Un infante»€ Depende mucho del día.
P ¿Cómo influye el estado de ánimo del día para elegir las canciones?
R Mucho. Hay días que hay temas que no me apetecen, y otros que tengo que cantar por necesidad. Para eso hay que tener un repertorio muy vasto y un equipo técnico y músicos muy buenos. Pero hasta 15 minutos antes del concierto no sabemos la lista de canciones que vamos a cantar.
P Usted es una cantante difícil de etiquetar.
R Sí, el público sabe que cuando va a ver un concierto mío va a ver a Dulce Pontes, que será sorprendida por cosas que no esperaba escuchar. Siempre he sido bastante camaleónica, y eso es gracias a que tengo un público muy fiel desde hace años.
P ¿Y no es más difícil así a la hora de conservar a un público?
R Sí, pero no quiero parar creativamente. Si paro me dedicó a otra cosa. Podría hacer conciertos iguales, plasmarlo en el tiempo y en un lugar confortable, pero me aburriría de muerte. Creo que a la gente le gusta que le sorprendan.
P ¿Ser camaleónico sale solo o ha de ser un objetivo de cualquier artista?
R A mí me viene en el ADN, desde pequeña. Una especie de desasosiego, unas ganas de perseguir, descubrir, arriesgarme. No es una cuestión de perseguir la adrenalina, sino de desarrollo y de servir a la música. Lo contrario sería, en mi caso, traicionar a la música.
P Usted que canta fado y también flamenco€
R No, yo no canto flamenco, ya me gustaría saber hacerlo. He cantado ahora «La leyenda del tiempo» de Camarón, que no es flamenco puro y duro pero a mí me viene muy bien porque tiene una línea melódica y un ritmo que tiene mucho que ver con mi forma de ser.
P Usted ha dicho que fado y flamenco comparten alma. ¿Todas las músicas tienen alma?
R No, hay músicas que para mí no la tienen. Hay algunas con vibraciones negativas o están vacías de contenido. Y también hay músicas con un tipo «furioso dramático» o que parece que tienen alma y luego se travisten para atraer al público. Música con vibración negativa, que daña los tímpanos y emite vibraciones malísimas para el ser.
P ¿Músicas que venden el alma al diablo?
R Yo tuve una vez una pesadilla en la que me encontré con él directamente y me dije: voy a quedarme en paz y amor. Y así, no me hizo nada. Hay gente que cree en esas cosas, pero yo no sé por qué tuve esa pesadilla. No tengo religión pero creo en el Creador y creo en Jesús, lo amo mucho. Y también en María como manifestación femenina de la naturaleza. Pero no consigo encajar en ninguna religión.
P ¿Y la música puede funcionar como una religión?
R No como religión, pero sí como ejercicio de espíritu y emoción, de aflorar dentro de uno, de no adormecer. Desde hace años hay un adormecimiento de los sentidos, de las emociones, y la misión de la música es impedirlo.
P Ha puesto letra al «Concierto de Aranjuez». ¿No le gustaba la de Richard Anthony?
R No. Perdón. Tiene una intensidad demasiado fuerte. Flores, flores, flores€ El Concierto de Aranjuez es mucho más que eso. Es una canción que amo desde pequeñita, de mucho antes de querer cantarla. De pequeña ponía el disco una y otra vez, igual que el del Concierto número 1 de Chopin€
P ¿No escuchaba pop o rock?
R Alguna cosa, Pink Floyd o Dire Straits. Y Janis Joplin, que es una maestra de la voz como Amalia Rodrigues, Mahalia Jackson, Barbara Streisand€ Me estoy olvidando de un montón. Pero de pequeña me llamaba más la música clásica. Y luego vi a Nureyev en la tele, y por eso de pequeña mi sueño era ser bailarina, aunque luego todo cambió.
P ¿Por qué se acabó decantando por la voz y no por los pies?
R Ha sido el destino el que lo ha hecho así y estoy contenta. Con 50 años ya no podría bailar.
