Los dos novilleros valencianos acartelados en el primer festejo sin picadores de la Setmana de Bous, Alejandro Contreras y Joan Marín, hicieron el paseíllo desmonterados y fueron los que más destacaron en un encierro de los Chospes al que le faltó clase y manseó en el tercio de muleta.

Contreras se encontró un primer novillo con movilidad que no humilló. El joven valenciano dejó constancia de sus ganas en un inicio de rodillas y corrió bien la mano con temple y largura por el pitón derecho. El de Chiva también tuvo una buena colocación, toreó con firmeza al natural y una serie de derechazos con relajo sobresalió al final de faena. Cerró su labor con circulares y manoletinas y el novillo se rajó. Dejó una estocada caída y paseó una oreja.

Joan Marín, de Almassora pero adoptado por la escuela taurina de València, se puso el mismo vestido grana y oro con el que su paisano Varea -ahora matador de toros retirado- cortó tres orejas y un rabo en Algemesí el año 2015. Marín toreó con el mismo gusto y la misma lentitud con la que brindó su quehacer al público. Dentro de los cánones clásicos y con las carencias lógicas del que empieza, el espada castellonense planteó una labor inteligente frente a un novillo falto de fuerzas.

Marín dio la distancia y el tiempo que la floja condición del astado requirió y toreó encajado, expresivo y templado. Mató mal y escuchó dos avisos, pero Varea, sentado en el tendido y con la firme decisión de no volver a torear, vio la progresión de su paisano.

Completaban el cartel Alejandro Peñaranda y Nino Julien. El de Albacete toreó con la largura que le permitió un novillo y el francés puso banderillas y estuvo entregado sin mayor trascendencia.