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Entrevista

Guillermo Arriaga: "El término 'guionista' es muy peyorativo, yo no hago 'guías', sino obras con corazón"

El autor mexicano visita València para impartir mañana en La Mutant una clase magistral sobre su proceso de creación de personajes

Guillermo Arriaga, ayer, en La Filmoteca. fernando bustamante

València se convierte hasta el domingo en epicentro del sector audiovisual. La primera edición del VLC Pitch Forum reúne en la ciudad a productores y guionistas para trabajar sus textos y mostrar sus trabajos ante plataformas, productoras y cadenas. Uno de los invitados es Guillermo Arriaga, guionista de películas tan aplaudidas como Amores perros, 21 gramos o Babel.

Viene a València a hablarle a los guionistas sobre cómo crea sus personajes. Pues dígame, ¿cómo crea Guillermo Arriaga a sus personajes?

La forma en la que los creo es no tener ni idea de quiénes son. He visto muchos americanos que escriben manuales sobre cómo escribir personajes: que debes conocer todo de ellos, hasta cuánto dinero traen en la cartera... Pues yo no tengo ni idea. Para mí, el proceso de creación del personaje es ir descubriéndolo poco a poco.

¿Y eso no genera mucha incertidumbre?

Si no tienes incertidumbre, ¿para qué escribes? Si algo tiene el arte es incertidumbre, de otro modo yo ya hubiera ganado el Nobel y en Cannes.

¿De dónde le llega la inspiración?

De la vida, pero no son notas autobiográficas, aunque sí vivenciales, son cosas que me pasaron a mí, a alguien cercano o que atestigüé. Hay poca investigación.

¿La inspiración, entonces, le sale de las tripas?

Para mí, sí. En la clase que voy a impartir hablaré de lo que a mí me funciona. Hay gente a la que le funciona de otra manera.

Los guionistas, ¿son gente disciplinada o Hollywood nos ha vendido una imagen demasiado romántica?

Si algo caracteriza a los grandes creadores es el rigor. Esto del «inspirado» es muy extraño y exótico y funciona pocas veces. En la Historia quizás esté Rimbaud... No hay muchos más. Nos queda el rigor y la disciplina.

¿Y qué disciplina sigue usted?

Yo escribo todos los días. No tengo pretexto para no escribir, soy adicto a la escritura. No tomo, no fumo, no me meto droga,... Mi adicción es al trabajo y reescribo varias veces lo que escribo. Siempre lo hago en computador, tengo una letra muy fea y no la entiendo.

¿La musa le pilla trabajando?

Ninguna idea me pilla fuera de casa. Las historias que cuento tienen muchos años de maduración. No voy caminando y de repente se me ocurre una gran novela o una gran película. Tienen muchas vueltas.

¿Cómo sabe que historia plasmará en una novela y cuál en una película?

Por la persona narrativa. Si es primera persona será novela y si es en tercera, será película.

¿Y qué disciplina bebe más de la otra?

El cine que yo hago tiene más de literatura que mis novelas de cine. Mis novelas no tienen influencia cinematográfica, pero mi cine sí tiene influencia de la novela.

¿Por qué no le gusta el término «guionista»? Prefiere que le llamen escritor cinematográfico.

Es muy peyorativo pero no huyo de él. Me enfrento. Parece que hagamos pequeñas guías y yo no hago una guía, hago obras. Y no trabajo por encargo. Trabajo en algo en lo que pongo mi vida, mi corazón, son mis personajes, mis preocupaciones, mis temas.

¿Y qué pasa cuando ese corazón no se plasma en las películas?

Yo estoy muy cerca de mis películas. No entrego lo que escribo y me voy. Estoy en cómo se busca el reparto, las localizaciones, cómo se va a filmar,... No estoy ajeno. Ese es mi caso concreto. Algunos ni son requeridos en el set.

Pero eso ocurre.

Exacto. Hay quien trabaja por encargo. Tú puedes ver mis películas y leer mis novelas y todos tienen vasos comunicantes.

Imagino que cuando se nombra a una película y se identifica como «del director

A mí no me molesta porque aquí me tienes, en València para hablar de mi trabajo. No creo que haya sido relegado para nada. He tenido la fortuna de ir por el mundo y la gente me escucha por ser quien soy.

El sector está cambiando con las plataformas.

Estas plataformas abren posibilidades de trabajo, aunque no sé si son lo mejor para hacer una obra personal. La televisión tiene muchas presiones que el cine no tiene.

¿Le tienta alguna de ellas?

Ya me han buscado y estoy en un proyecto. A ver qué resulta. No puedo adelantar nada, tengo contrato de confidencialidad.

¿Y en qué otros proyectos anda?

Estoy terminando una novela, de casi 1.200 páginas. Ha sido un trabajo arduo. Y mi novela El salvaje se está traduciendo a varios idiomas. De la nueva novela tampoco te puedo adelantar nada porque da mala suerte. Mi trabajo se caracteriza por el riesgo. Si en El salvaje arriesgué, aquí quiero doblar la apuesta.

¿Qué va a contar a quien vaya a verle mañana a La Mutant?

Quiero dar las herramientas de lo que me ha funcionado a mí, no quiero dar reglas. Por ejemplo: yo no sé el final de lo que voy a escribir ni de qué se trata ni a dónde va. Me gusta ir descubriéndolo. Los gringos dicen que si no sabes el final para qué empiezas. Quiero liberarlos de esa presión.

¿Qué película le hubiera gustado escribir?

El Padrino II. Me di cuenta de que se podía hacer un estudio profundo de la condición humana a partir de algo que puede parecer tan banal como el crimen organizado.

¿Cuándo se dio cuenta de que quería contar historias?

Cuando supe que me gustaban tantísimo las mujeres. Yo era muy tímido para hablar con ellas y empecé a escribir. Lo que siempre nos lleva a los hombres a escribir. A las mujeres, no sé.

¿Y escribía historias o cartas de amor?

Cartas de amor con historias, cartas larguísimas.

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