La polémica del libro de Javier Paniagua sobre la historia del socialismo valenciano no está en la ‘Introducción’ como sostenían los responsables de la editorial de la Diputación de València para dificultar su publicación, censura para el autor. El ensayo explica pasajes de la transición valenciana nunca escritos hasta el momento. La Alfons el Magnànim dejó pasar una investigación que da mucho que hablar.

«Era curioso ver a Muñoz Suay como muñidor de la intelectualidad de izquierda cuando ya algunos sabían que había sido confidente de la Brigada Polítio-Social del franquismo para salvarse de ser detenido y padecer cárcel, como él mismo llegó a confesar en una noche donde el alcohol hizo de catalizador de intimidades. Por eso, cuando el PP ganó en la Comunitat Valenciana en 1995, siguió en la dirección de la Cinemateca sin ningún problema». Texto de la página 180 de «Nosotros, los socialistas valencianos (1977-1995). Un ensayo socio-histórico sobre el acceso a la modernidad», de Javier Paniagua, editado por la Fundación Instituto de Historia Social.

Ricardo Muñoz Suay (València, 1917-1997) fue un destacado cineasta -ayudante de dirección de «Bienvenido, Mister Marshall», de Berlanga-, que militó desde su juventud en el Partido Comunista de España (PCE). Se negó a huir tras la guerra civil, y permaneció ocultó en un zulo en casa de su madre durante cinco años. Cuando abandonó su escondrijo fue detenido y encarcelado, aunque fue puesto en libertad en 1949 y desde entonces dirigió la productora UNINCI que financió muchas películas del neorrealismo español. Abandonó el PCE en 1962.

Director de la Filmoteca

Muñoz Suay fue el primer director de la Filmoteca Valenciana creada en 1988, nombrado por el entonces conseller de Educación y Cultura, Ciprià Císcar, que lo había reclutado -vivía en Barcelona- en 1986 para ser el comisionado del Congreso de Intelectuales y Artistas que se celebró en València el 15 de junio de 1987, una rememoración medio siglo después el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura celebrado en València en julio de 1937.

Muñoz Suay creó una comisión para aquel congreso donde figuraban Joan Fuster, Juan Cueto, Fernando Savater, Manuel Vázquez Montalbán, Juan Goytisolo y Jorge Semprún, que un año después sería nombrado ministro de Cultura por Felipe González.

Semprún y Muñoz Suay fueron militantes clandestinos del PCE durante la dictadura, aunque el exministro fue expulsado por Santiago Carrillo en 1964 por criticar la linea oficial del partido. Es en ese contexto y en el capítulo «Un ‘remake’ del Congreso Internacional de Intelectuales y Artistas de 1937», done Paniagua desvela que Muñoz Suay fue un confidente franquista. «En realidad, el resultado del Congreso no fue más que un espectáculo para la galería de escritores y artistas que ya no tenían la misma dimensión social que en los años 30», asegura. Y efectivamente Ricardo Muñoz Suay continuó como responsable de la Filmoteca con el primer gobierno de Eduardo Zaplana, con el conseller Fernando Villalonga y luego con Francisco Camps, que fue el representante institucional en su entierro.

‘Walesas’ y fontaneros

El ensayo de Paniagua es un manual sobre las batallas orgánicas de los socialistas valencianos. Desde sus inicios con Josep Lluís Albinyana y Joan Pastor, a las conocidas diferencias entre Joan Lerma, Ciprià Císcar, Antoni Asunción y Rafael Blasco. Nombres a los que hay que añadir Ricard Pérez Casado y Joan Romero, que salen malparados.

Aunque el detalle de los acontecimientos se centra en el PSPV-PSOE, Paniagua también aborda la transición de la derecha valenciana, la creación de Unión Valenciana, de la Unitat del Poble Valencià, y el papel de los medios de comunicación hasta la llegada al poder de Zaplana en 1995.

«La historia de las tres legislaturas de Joan Lerma es el comienzo y la adaptación a una sociedad en la que nadie ejerce una hegemonía aplastante, donde hay buenos investigadores en las universidades y donde una gran mayoría acepta la convivencia por encima del convencimiento», escribe Paniagua en el capítulo final «Una conclusión contradictoria».

«Nosotros, los socialistas valencianos», se presenta el jueves al mediodía en el jardín del Palau del Temple, sede de la Delegación del Gobierno.

Un vademécum de personalidades más que influyentes

Veinte páginas de bibliografía acreditan el ensayo de Javier Paniagua, profesor, historiador, escritor «y algunas veces político», como dice en el libro. Vivió en primera línea el periodo que analiza, primero como director general en la Conselleria de Educación y Cultura (1983-1986) y luego como diputado en el Congreso (1986-2000). Por eso los nombres que más salen en el abultado ‘Índice’ son Joan Lerma, Ciprià Císcar, Rafael Blasco, Antoni Asunción, Felipe González, Ricard Pérez Casado y Eduardo Zaplana. Pero por las páginas de «Nosotros, los socialistas valencianos», aparecen muy citados los nombres de Joan Fuster, Manuel Sanchis Guarner, Eliseu Climent, Lluís Aracil, Alfons Cucó, Ernest Lluch o Ferran Archilés, seguramente porque Paniagua siempre ha estado interesado por los conflictos identitarios de los valencianos. En el capítulo «La cultura valenciana como reflejo de una sociedad escindida», más descriptivo que analítico, hace un buen resumen del impulso de los elementos culturales durante la reconstrucción de la Generalitat. Así que la polémica sobre su publicación fallida en la editorial pública de la Diputación empequeñece cuando se lee el ensayo con vocación crítica, porque es una historia de parte, como todas, pero está escrita con la imparcialidad de explicar pasajes del reciente pasado que hasta ahora nadie se había atrevido.