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Juanma Bajo Ulloa | Cineasta

"En ‘Airbag’ no hay secuencia que ahora no ofenda a algún colectivo"

«Si eres capaz de llegar al público te vuelves peligroso. Y yo no voy a formar parte de la maquinaria»

"En ‘Airbag’ no hay secuencia que ahora no ofenda a algún colectivo"

En tiempos en los que triunfa lo que él llama un cine realista, racional y feo, Juanma Bajo Ulloa vuelve a las pantallas con ‘Baby’, un cuento gótico, visceral y casi fantástico con dobles, triples y hasta cuádruples lecturas. Y eso que no hay diálogos. Una especie de corte de mangas a la realidad imperante. «Más que un corte de mangas -puntualiza el director en una entrevista ofrecida este jueves en el preestreno del film en los cines Lys-,

es seguir un camino al margen de pensamientos únicos y modas. No me interesa saber lo que se está haciendo para tratar de agradar. Tratar de agradar siempre es una trampa».

En «Baby» usted se muestra cómo es pero a través de metáforas y símbolos.

En ‘Baby’ hay una narración sencilla y fácil de seguir para el espectador que no quiere complicarse. Pero el cine que siempre me ha llegado al alma es en el que hay una segunda capa de interpretación que me perturba, me remueve y me hace darle vueltas a lo que he visto y escuchado. Las películas que se han quedado dentro de mí y no se van a ir son en las que sus creadores han mostrado algo profundo subyacente dentro del relato sencillo.

¿Qué no le gusta del cine actual?

Que es de consumo bulímico: lo como y lo vomito. Lo que ahora unifica al cine es que ves una película y al día siguiente eres incapaz de contar lo que has visto. Hay películas muy bien hechas desde lo racional y lo mental, pero no dejan poso. Es el cine que quiere el sistema, pero a mí no me interesa.

¿Está el cine atado a la corrección política?

Por supuesto. Quizá alguno se pregunte si es la gente la que pide eso y por eso las plataformas lo hacen así, o es al revés. Yo tengo la respuesta: es al revés. El cine que ve la gente es el que le educan para ver. Lo piden porque el sistema fomenta el cine sencillo y el ego que te hace consumir. «Tú lo mereces», «tú lo vales»… Ese tipo de lemas que también han pasado a la política. Sales de ahí y te señalan con el dedo.

¿El espectador se ha vuelto censor?

Tras muchos años de ideología y lavado de cerebro, el espectador ya tiene muy claro lo que está bien y mal, y que lo que antes no estaba mal ahora está mal. La broma que antes todos entendíamos como una broma ahora es una ofensa. En ese ambiente de consumo masivo, sin criterio y de polarización es donde los sistemas totalitarios se mueven mejor porque es un lugar de miedo, de temor a decir lo que piensas. Nunca ha habido una sociedad tan polarizada como la actual y España está a la cabeza de los países más polarizados. Aquí o estás conmigo o contra mí.

¿Y qué puede hacer un cineasta para revertir eso?

Poco, cada uno tiene que seguir su camino, pero no tengo una gran esperanza en la sociedad. Y pensar que no va a pasar nada malo es ingenuo. Lo que está ocurriendo ahora se parece a lo que ocurrió en otros lugares donde hubo un conflicto. Nos gusta pensar que la Alemania previa a la guerra era un país de nazis a los que les gustaba matar judíos. Pero no es cierto, era el país más culto de Europa, en el que las personas iban a la ópera y donde se leían más libros y tenían la mejor filosofía. Esa Alemania tan culta fue convenientemente adoctrinada en función de su ego: «hemos sido humillados», «la culpa es de…». Eso caló en la sociedad y se convirtió en dogma. Y no se puede luchar contra el dogma.

¿Eso ocurre ahora en España?

Sí, salvando las distancias. La gente está cabreada, polarizada y la libertad de expresión ya no existe. Tengo gente cercana que es feliz cuando te censura y te dice que eso que haces no está bien. Y siempre desde el parapeto de la justicia y la igualdad e incluso del amor. Lo que ayer era imposible, hoy es posible, mañana es frecuente y pasado es normal. Ya no puedes mantener ciertas conversaciones en un bar, algunas cosas has de decirlas sottovoce.

¿Por eso le cuesta a usted tanto sacar proyectos adelante?

No hay que ser ingenuo. Si estás al margen y tu discurso no llega a la gente, no eres peligroso. Pero si tu obra ha conectado y has adquirido la capacidad de llegar al público, te conviertes en un elemento peligroso. Yo no digo nada revolucionario, pero no voy a formar parte de una maquinaria hecha para su beneficio económico, político y social.

Usted consiguió la Concha de oro en su primera película y el éxito masivo con la tercera. ¿Qué ocurrió después?

Después del éxito no me llegó ningún contrato. No se contrata al disidente. En una industria puramente comercial como la norteamericana no habría habido problema, me hubieran llamado al día siguiente para hacer otras películas de ese estilo. Pero aquí la cultura siempre está en función de algo. ¿Cómo te van a contratar si no vas a hacer lo que te digan?

¿Podría hacer ahora una película como «Airbag»?

Imposible. No se hubiera podido escribir porque nadie hubiera puesto dinero en un guion así. No se hubiera estrenado, no se hubiera distribuido y los periodistas no me estaríais entrevistando. Prácticamente no hay secuencia en «Airbag» que no ofenda ahora a un colectivo. El anillo en el culo de una prostituta, el lendakari negro, Santiago Segura con una niña en bragas… Si la hiciéramos ahora todos los colectivos querrían matarnos y la población no nos defendería.

En «Baby» la naturaleza está siempre presente e inalterable ante la decadencia humana.

La Tierra es un organismo perfecto, que crea vida y que va avanzando, se cura y se regenera. Pero cuando lo agredes crea enfermedad. Las ciudades, cuando vas en un avión y las ves desde el cielo, son como un tumor con metástasis que se va extendiendo con tentáculos de plástico y cemento. El hombre se ha convertido en un elemento nocivo dentro del organismo. Cuando tú te agredes enfermas, si te metes demasiadas drogas te pones malo, si corres demasiado te desmayas, si comes alimentos grasos te revientan las arterias. Esto tan sencillo de entender para nosotros parece que no lo entendemos en términos planetarios. La visión que tengo de ese conjunto es la belleza, vivir y morir es un equilibrio adecuado. En la película la protagonista se desconecta de la tierra y es la naturaleza la que la vuelve a conectar.

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