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Crítica musical

Embajada andaluza

Embajada andaluza

A lo mínimo que puede aspirar un intérprete es que su rendición satisfaga a los asistentes. Y así lo consiguieron los músicos de la Camerata Gala, de Córdoba, en su presentación para la SFV, con Alejandro Muñoz (Sevilla, 1982) y la pianista Paula Coronas (Torre del Mar, 1983).

La Pequeña serenata nocturna K.525, de Mozart es más compleja de lo que aparenta la facilidad de su escucha. Muñoz la aprovechó para calentar las cuerdas y tensar arcos en una versión que, en ausencia de los vientos, perdió timbres y sutileza, compensado por el impulso de la batuta.

Hace pocos años debutó -en recital para la SFV -Paula Coronas. Ahora se la escuchó renovada en su entrega del Concierto en re mayor nº 11, de Haydn. Fue una interpretación ejemplar por la claridad, la ornamentación sin excesos y la frescura de su sonido. Coronas estuvo segura y decidida. Hizo bien en no abrir del todo el piano: la sala no lo precisaba y las cuerdas lo agradecieron. Y si en el adagio central creó un climax homogéneo, con el rondo all’ungaresa final resolvió con generosidad la rítmica elegida por el autor.

Escrita por Turina para el Cuarteto de Laudes «Aguilar», La oración del torero es, en su versión para cuarteto de cuerda, su obra mas difundida. Muñoz y su Camerata dieron un giro de 180 grados en la sonoridad del conjunto con el carácter evocador de sus melodías pero sin caer en los tópicos al uso. Volvió Paula Coronas con la Rapsodia Sinfónica Op. 66 que revalidó su competencia al piano. Sus octavas en ffff sonaron plenas pero sin «atravesar» el teclado y con el buen uso del pedal obtuvo un sonido tan diáfano como envolvente, consiguiendo una muy aplaudida versión. Como bis, ofreció una emotiva Pavana, de Albéniz. Embajada solvente auspiciada por la Fundación Antonio Gala, de Córdoba.

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