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"En la música clásica estamos atravesados por las tradiciones"

El músico valenciano Jordi Francés dirige hoy en Madrid a la orquesta titular del Teatro Real en el estreno absoluto de la ópera «Tránsito», basada en la obra homónima de Max Aub

El músico valenciano Jordi Francés. | RICARDO RIOS VISUAL ART

El director de orquesta valenciano Jordi Francés estrena hoy «Tránsito», la primera ópera del compositor Jesús Torres en Naves Matadero de Madrid. Se trata de una ópera de cámara -un encargo del Teatro Real-, con 18 músicos solistas, basada en la obra homónima de Max Aub, escrita en 1944.

«Es una partitura de enorme riqueza», avanza Francés, quien se define a sí mismo como un músico «apasionado y comprometido». «La música de Torres tiene una voluntad comunicativa gigantesca. Está planteada de una manera muy inteligente. La principal característica de esta obra es que ha conseguido unas líneas vocales en las que el castellano funciona perfectamente. Ha conseguido un lenguaje musical que funciona igual de bien que otras tradiciones operísticas», sostiene el director de orquesta.

Para el músico de Banyeres de Mariola (Alicante), ponerse al frente de un estreno absoluto de una ópera no supone una dificultad. Más bien al contrario. «Es un reto más interesante. En la música clásica estamos muy atravesados por las tradiciones. Siempre he tenido en esto una voluntad disidente y subversiva. Al afrontar una ópera que no tiene referentes interpretativos estoy en mi salsa. En mi carrera siempre estoy explorando música nueva, tengo mucha relación con muchos compositores y me siento cómodo así», asegura.

Así se siente también con la Orquesta Sinfónica de Madrid, a la que dirige en esta ocasión. «Es la orquesta titular del Teatro Real y es estupenda. Si a este teatro le han dado el premio a mejor ópera del mundo [en los International Opera Awards 2020] es por muchas razones y por la orquesta que tiene».

Explica, además, que es un «gran amante del teatro» pues colabora con el dramaturgo Juan Mayorga. «Tengo un pie en el teatro», dice entre risas. Por eso, señala que conocía la trayectoria de Max Aub, aunque no tenía referencias de esta pieza en concreto «y todo ese universo de teatro breve que escribió a partir de los años 40 en México. En cuanto Jesús me comentó la idea me puse a leer y a profundizar sobre la obra. Me gusta analizar el contexto socio-político. Primero estudio las partituras como musicólogo y luego como intérprete. Luego tomo las decisiones musicales desde los conocimientos de todos los aspectos de la composición», sostiene.

Para Jordi Francés, «toda ópera es un trabajo de coordinación de inteligencia gigantesco. Hay mucha gente que reflexiona alrededor de ella para poner en pie una misma obra de la mejor manera posible. El trabajo entre compositor y director es una puesta en común y reflexiones. Es cierto que hay un respeto hacia el compositor porque él ha llevado esas reflexiones mucho más lejos y antes que tú, pero llega un momento en el proceso en el que llegas a conocer la música tanto como el compositor», dice el director de orquesta.

Asegura que no le interesa el lucimiento cuando está en el foso. «Lo más importante es que el público acabe entendiendo las ideas que proponemos, que acabe emocionado, empatizando con lo que sucede en el escenario y, a veces, para ello tienes que renunciar a lucirte. No hay mayor lucimiento que el disfrute del público».

La ópera «Tránsito», con el célebre diseñador Lorenzo Caprile como figurinista, estará hasta el próximo 5 de junio en Naves Matadero. La obra se inscribe en la programación del Teatro Real en coproducción con el Teatro Español.

Realidad y fantasía

La obra de Aub, una pieza teatral en un acto escrita en 1944 y ambientada en una noche de duermevela del año 1947 en el exilio mexicano, constituye un testimonio de ese momento histórico y la base literaria de esta ópera de cámara en un acto dividida en doce «instantes», del zaragozano Jesús Torres, Premio Nacional de Música 2012. Aub ambienta la acción en dos planos paralelos que se mezclan: el de la realidad y el de la fantasía que vive el protagonista en su mente. Tránsito, su amante mexicana, y Cruz, su mujer a la que deja en España huyendo de la guerra civil, encarnan estos dos ámbitos.

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