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MÚSICA CRÍTICA

Nivelazo violinístico en CullerArts

Nivelazo violinístico en CullerArts

Final de verdadera altura violinística. Cualquiera de los tres finalistas de la IV edición del Concurso Internacional de Violín CullerArts hubiera sido un lustroso ganador. Al final, el jurado, sin unanimidad y presidido por el japonés Joji Hattori, se decantó por la alemana Valerie Isabel Steenken (Múnich, 1999), la más completa y cuajada de los tres estupendos candidatos, algo que dejó bien patente en su densa, bien rumiada y nítida versión del Concierto para violín y orquesta de Brahms. El segundo premio fue para la surcoreana Minchae Kim, alumna en Cleveland de Jaime Laredo, que brindó una impecable y brillante más que emotiva versión del Concierto de Chaikovski.

Sin embargo, el voto popular del público que el sábado completó el aforo del acústico Auditori de Cullera se decantó por el joven violinista gerundense Miquel Muñiz Galdón, quien, paradójicamente, se presentó con el concierto menos popular, el de Dvořák. A pesar de ser el candidato más joven y menos «hecho», Muñiz, de apenas 21 años, derrochó talento, musicalidad, fantasía musical y alcurnia violinística en la que fue la actuación más interesante, prometedora y aclamada de la noche. De los tres finalistas, es el que augura mayor futuro y proyección. Tiene madera de artista y, lo que no es menos importante: la traslada al auditorio. El premio del público y su tercer premio absoluto son preludio de otros importantes galardones que jalonarán una segura carrera que todo apunta cargada de acontecimientos y éxitos.

Los tres candidatos fueron acompañados por la Orquesta Sinfónica CullerArts, formación joven y desigual, en la que no faltan algunos instrumentistas valencianos de fuste. Todos actuaron y acompañaron bajo el gobierno veterano de Cristóbal Soler, fundador, dinamizador y alma mater de este premio y de tantas otras relevantes iniciativas musicales.

El nivelazo y categoría artística de esta brillante final, íntegramente grabada por Televisión Española, avalan el protagonismo musical de la luminosa Cullera, ciudad de playa y sol, sí, pero también del cultura, arte y, particularmente, música y músicos. Hasta su alcalde melómano, el socialista Jordi Mayor, es él mismo percusionista de cierto relieve. Fue precisamente él, como responsable máximo de la institución que patrocina y promueve el concurso, quien entregó a Valerie Isabel Steenken las credenciales de su bien labrado éxito. Cullerense e internacional. Enhorabuena.

Final de verdadera altura violinística. Cualquiera de los tres finalistas de la IV edición del Concurso Internacional de Violín CullerArts hubiera sido un lustroso ganador. Al final, el jurado, sin unanimidad y presidido por el japonés Joji Hattori, se decantó por la alemana Valerie Isabel Steenken (Múnich, 1999), la más completa y cuajada de los tres estupendos candidatos, algo que dejó bien patente en su densa, bien rumiada y nítida versión del Concierto para violín y orquesta de Brahms. El segundo premio fue para la surcoreana Minchae Kim, alumna en Cleveland de Jaime Laredo, que brindó una impecable y brillante más que emotiva versión del Concierto de Chaikovski.

Sin embargo, el voto popular del público que el sábado completó el aforo del acústico Auditori de Cullera se decantó por el joven violinista gerundense Miquel Muñiz Galdón, quien, paradójicamente, se presentó con el concierto menos popular, el de Dvořák. A pesar de ser el candidato más joven y menos «hecho», Muñiz, de apenas 21 años, derrochó talento, musicalidad, fantasía musical y alcurnia violinística en la que fue la actuación más interesante, prometedora y aclamada de la noche. De los tres finalistas, es el que augura mayor futuro y proyección. Tiene madera de artista y, lo que no es menos importante: la traslada al auditorio. El premio del público y su tercer premio absoluto son preludio de otros importantes galardones que jalonarán una segura carrera que todo apunta cargada de acontecimientos y éxitos.

Los tres candidatos fueron acompañados por la Orquesta Sinfónica CullerArts, formación joven y desigual, en la que no faltan algunos instrumentistas valencianos de fuste. Todos actuaron y acompañaron bajo el gobierno veterano de Cristóbal Soler, fundador, dinamizador y alma mater de este premio y de tantas otras relevantes iniciativas musicales.

El nivelazo y categoría artística de esta brillante final, íntegramente grabada por Televisión Española, avalan el protagonismo musical de la luminosa Cullera, ciudad de playa y sol, sí, pero también del cultura, arte y, particularmente, música y músicos. Hasta su alcalde melómano, el socialista Jordi Mayor, es él mismo percusionista de cierto relieve. Fue precisamente él, como responsable máximo de la institución que patrocina y promueve el concurso, quien entregó a Valerie Isabel Steenken las credenciales de su bien labrado éxito. Cullerense e internacional. Enhorabuena.

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