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25 años de "Maquis", la novela que cobijó la memoria de los perdedores

Piel de Zapa publica una edición conmemorativa del libro más popular del escritor Alfons Cervera

Alfons Cervera Sergio Gómez

Maquis no fue la primera novela de Alfons Cervera. Ni siquiera es la que abre esa pentalogía que inició en 1995 con El color del crepúsculo y concluyó con Aquel invierno, ahora traducida al alemán. Pero sí es sin duda la más popular del escritor valenciano. Tanto es así que ahora que se cumplen 25 años de su publicación, Piel de Zapa rinde homenaje a Maquis con una nueva edición. 

«Me hace mucha ilusión», reconoce Cervera, que el 17 de noviembre presentará esta edición conmemorativa en la librería Primado Reig de València. «Y sí, es la más popular de mis novelas. A veces me encuentro en la calle con alguien que me dice “estoy leyendo tu novela”. Y se refiere a Maquis».

Lo cierto es que esta historia -historias más bien- sobre las guerrillas antifascistas que lucharon en la posguerra en la Serranía valenciana, sobres sus familias y sobre sus enemigos conectó enseguida con el público. «En pocas semanas ya había varias ediciones -recuerda Cervera-. Y eso que la memoria histórica no tenía el interés que luego tuvo y sigue teniendo… Fue algo hermoso de verdad…».

Tal como señala Georges Tyras, catedrático y traductor de Cervera al francés, cuando publicó Maquis en 1997, su autor «cumplió con una necesidad cívica más que literaria: recuperar la memoria confiscada de un amplio sector de población caracterizado por su oposición al franquismo». Cervera prefiere quedarse con la idea de que la recuperación de aquella memoria «es cosa que nos atañe a mucha gente. Y en ese trabajo colectivo me siento a gusto».

Maquis, edición conmemorativa por su 25 aniversario.

Maquis, edición conmemorativa por su 25 aniversario. Piel de Zapa

La novela de las mujeres

Esta del 25 aniversario es una edición «conmemorativa» pero no «revisada». Su autor solo se ha permitido añadirle dos dedicatorias tremendamente significativas: a la Pepa Flores protagonista de Los días del pasado, película (también sobre los maquis) de la que Cervera confiesa haberse «colgado» desde la primera vez; y a su madre. «Nunca dobló la cabeza ante ninguna dificultad. Nunca -subraya-. Y con ella, muchas otras mujeres que forman parte de esa historia de la dignidad que no sale en ningún sitio...».

Por que, por encima de una novela sobre guerrilleros, Maquis es la novela de sus mujeres y de las que se quedaban en el pueblo y sufrían la represión diaria de las fuerzas del orden y de la autoridad.

«De la gente del monte no tenía ni idea. Me lo inventé todo -reconoce-. Pero sí que sabía lo que se contaba en los pueblos. Y era que las mujeres eran las más castigadas, las más humilladas, las que sufrieron también por los hombres que luchaban en el monte. Eran una presa fácil para los fascistas».

Cervera no se inventó a las mujeres ni se inventó el monte ni el pueblo, que es el suyo, Gestalgar, aunque en Maquis aparece como Los Yesares. Y aunque el paisaje, sus habitantes y sus vivencias son reconocibles y, a veces, reales, Cervera prefirió someterlos a la ficción. 

«Creo que la ficción añade algo de lo que no se ocupa la Historia porque no es su papel -defiende-. Hablo del territorio de las emociones, de los sentimientos, de eso que no forma parte de los archivos y que ayuda a conectar con un público que a lo mejor no lee libros de Historia».

Hijo de la oralidad 

Veinticinco años después de su publicación, Maquis es un claro ejemplo de los ingredientes a aplicar para que una novela no envejezca. Uno es escribir bien, y la de Cervera lo está gracias al uso de un lenguaje sencillo y reconocible que viene de la oralidad. «Leí libros muy tarde. Es lo que tenía nacer en una casa sin libros -justifica-. Pero historias nos contaban para regalar y vender. ¡Cómo me cagaba de miedo con los cuentos que mi abuelo Claudio nos contaba antes de dormir en la casa junto al río…!». 

Y otra fórmula contra el envejecimiento es la identificación del escritor con la idea que alumbra su relato, que en el caso de Maquis es una reivindicación de los perdedores de la guerra civil frente a la represión franquista, gente que en muchas de ocasiones no luchaba por una idea sino contra la humillación.  

«He dicho muchas veces que “mis maquis” son civiles. No tenían una formación política. Y la ideología la traducían en sus vivencias cotidianas -subraya-. Pero sí que sabían de la represión en los pueblos. Las palizas en los cuarteles, las amenazas de los falangistas, a lo mejor por trabajar en domingo o cagarse en dios en la plaza o en el bar. Para escapar de esa represión se suben al monte». «No quiero sustituir las voces de los vencidos -añade-. Pero mis personajes forman parte de la derrota republicana y por eso sus voces fueron proscritas al acabar la guerra. Y yo les dejo mis novelas para que hablen…».

Maquis es, resume Cervera, la novela de un territorio que va más allá de la Serranía, que habla de todos los sitios pequeños donde el miedo y el silencio fueron una condena a partir de 1939: «Ese silencio y ese miedo continuaron vigentes durante mucho tiempo porque se habían incrustado en nuestra piel, en los recuerdos de lo que fuimos o no fuimos, y eso cuesta mucho de sacárnoslo de encima. «Por eso -resume-, puede ser la novela un espacio para que esa reivindicación no caiga en saco roto…».

Alfons Cervera Ana Portnoy

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