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Entrevista

Francesc Pérez Moragón: "La viuda abusiva de Joan Fuster es Eliseu Climent"

«Es una imbecilidad traducir toda su producción, porque traducir a Fuster del castellano al catalán es imposible, al revés no» u«No ha habido hasta ahora una biografía de Fuster por culpa mía»

Francesc Pérez Moragón

No es muy de entrevistas, pero tras una férrea insistencia accede, antes de inaugurar la exposición del Centre del Carme que le hace mucha ilusión. Estuvo durante muchos años cerca de Joan Fuster gestando la Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, una trabajo que acabó en amistad y confidencias. Fue el impulsor del Espai Fuster de Sueca y nombrado comisario del Any Fuster.

«La viuda abusiva de Joan Fuster es Eliseu Climent»

Fuster cumpliría 100 años el miércoles. ¿Satisfecho de cómo ha ido el centenario?

Se debía preparar con tiempo. Empezamos en el 19, pero llegó la pandemia. Cuando me llamaron para ser comisario me dijeron que no cobraría y me comprometí a hacer una memoria al final del Any Fuster. Entonces es cuando haré la autocrítica.

Con tantos actos, está claro que Fuster está muy vivo.

La lectura de Fuster continua, en su escala. Es evidente que cuando todos los escritores se mueren hay un purgatorio y vuelven. Fuster no ha pasado ese purgatorio. No es un escritor de best-sellers, pero durante estos años ha tenido vigencia.

Fuster no es tan popular como Blasco Ibáñez, ¿eso ha hecho más difícil organizar el centenario?

Fuster tiene dos problemas. El político, propio de su época, y el de la dispersión profesional. Si Fuster hubiera tenido el tiempo que tuvo, por ejemplo Josep Iborra... Pero él tenía que hacer cada día un artículo. Por eso sus libros son un poco fragmentarios.

¿Sigue el problema político?

Con todo el lío de Cataluña se le ha utilizado para determinadas cosas. Luego tiene el problema de todos los escritores, aquello que se conoce como las viudas abusivas. Hay un libro muy recomendable del francés Anatole De Monzie, Las Viudas Abusivas que habla de eso. Todos sabemos lo que ha pasado con Miguel Hernández, Rafael Albertí, Camilo José Cela, incluso con García Lorca.

¿Quiénes son las viudas abusivas de Fuster?

Aquí no ha pasado porque afortunadamente Josep Palacios, cuando pudo, cumplió el testamento de Fuster, que dice que Palacios es el heredero universal, excepto las cartas que son de la Biblioteca de Catalunya, si las quiere. Eso es de 1974 y no había ni Biblioteca Valenciana, ni nada, y Palacios debe hacer que todo eso vaya al Ayuntamiento de Sueca, si al parecer de los albaceas es capaz de gestionarlo.

Por eso se crea el Espai Fuster de Sueca.

Los albaceas eran uno que murió antes que él, Fermí Cortés, Max Cahner, Joaquim Maluquer y Eliseu Climent. Cahner y Maluquer dicen que como es un legado valenciano, que lo que diga Climent, que estuvo mucho tiempo sin resolver si el ayuntamiento sería capaz, o no. Cuando terminó el plazo legal, el juez llamó a Palacios que pidió alargar el plazo. Cuando concluyó ese plazo complementario, todo volvió a Palacios, que consideró que el Ayuntamiento de Sueca está capacitado y cumplió la voluntad de Fuster.

¿Está bien gestionado?

Sueca lo ha gestionado con políticos de distinto signo. Con más dinero, o menos, y con ayuda de la Generalitat. Climent pretendía hacer una fundación para hacer negocio… La viuda abusiva es Eliseu Climent.

¿Lo peor de Fuster son los ‘fusterians’?

Él no era fustierà. Además, no sé lo que es ser fusterià. Era amigo de Fuster, pero no fusterià. Hay cosas de Fuster que me gustan y otras no. Fuster se equivocó en muchas cosas.

¿En qué se equivocó?

En muchas cosas, pero él lo sabía, lo que pasa es que la gente no lee. Cuando Vicent Ventura está exiliado en París después del Contubernio de Munich, en 1962-63, ya ha salido El País Valenciano, Nosaltres, els valencians y Questió de noms, y Fuster le escribe una carta larguísima y divertidísima donde dice, que ya sabe que eso de los Països Catalans no llegará -de independencia no habló nunca-, pero que hay que poner los hitos muy altos para no quedarte en la media. Luego llegó la Transición y no fuimos ni una autonomía normal.

¿Queda por descubrir para el gran público su producción literaria?

Cuando Josep Pla está haciendo el ‘homenot’ de Fuster, él le cuenta que lo único que quiere cuando se muera es dejar unos equipos bien preparados para convertirnos en un país normal. Un programa de modernización de donde sale Ricard Pérez Casado, Josep Lluís Blasco y una serie de personas en distintos ámbitos. Una cosa muy importante, Fuster retoma lo que venía de la República, como el mapa de la división comarcal, el nombre de País Valenciano -el Himno Regional era de la dictadura de Primo de Rivera-, y por supuesto la autonomía, venía de la República. Él lo moderniza y lo lanza en el Estatut d’Elx.

¿Se ha aprovechado el Any Fuster para descubrir algo de su producción escrita?

Sí, el libro sobre los escritores que me encargó Anacleto Ferrer en castellano para dar a conocer a Fuster a sus colegas de los departamentos de Estética. Yo le dije a Salvador Ortells, el director del Espai Fuster, que lo hiciera él, y yo hice un prólogo pensando en los lectores de fuera.

¿Falta incidir más en esa proyección internacional y universitaria?

El problema es que no entienden nada. Cuando empezó la nueva edición de sus Obres Completes, Palacios me preguntó que si se debía traducir lo que era en castellano, y le dije que no. Por ejemplo, las Obres Completes de Maragall, que hicieron sus hijos, está la parte catalana y la castellana, como es lógico. Igual que con Querol. En este caso no, y Furió lo está traduciendo todo. Eso es una imbecilidad, porque el que sabe leer en catalán, por lo general, sabe en castellano. Y traducir a Fuster del castellano al catalán es imposible, al revés no. Tenía muchos lectores en La Vanguardia y El País que lo leían en castellano.

¿Iba tanta gente a verlo a Sueca?

En una época que yo hacía un dietario conté que en una tarde del 1971 habían pasado un sacerdote que se llamaba Pere Arnau, un sabio, que venía a contarle que había descubierto unos sermones de san Vicent Ferrer. A continuación, llamaba a la puerta una representante de Sabadell que tenía clientes en Sueca que quería que le firmará alguno de sus libros. Unas escolares para hacerle una entrevista al escritor del pueblo. Uno de la falla, otro del FRAP...

¿Eso lo cuenta en la biografía que ha escrito sobre Fuster?

En parte.

¿Cuándo sale?

Ahora.

¿Por qué no había hasta ahora una biografía?

Por culpa mía. Había un editor que era muy amigo suyo, Xavier Folch que, vino a València sobre 1990 y me preguntó si haría una biografía de Fuster. Le dije que la única condición era que Fuster quisiera, porque me la tenía que contar. Me dijo que la hiciera porque Tomàs Escuder había hecho una y no quería que saliera porque era horrorosa. Pero en aquel momento era muy difícil porque estábamos montando Política Lingüística en la UJI de Castelló y tampoco pensaba que Fuster se moriría.

¿Llevaba treinta años con la biografía de Fuster pendiente?

Cuando gana el Botànic, en el Magnànim estaba Vicent Ferri, de Sueca, y me animó a hacerla. Pero luego me hice cargo del Espai Fuster y lo cierto es que nunca he escrito un libro largo, pero tenía el compromiso moral con Fuster, de hacerla.

¿Cómo se titula el libro?

Joan Fuster, d’un temps, d’un país.

¿Quién quiso matar a Fuster?

La extrema derecha. Era una venganza tras el golpe de Estado de 1981 para provocar una espiral. El ministro Sánchez Mella, hacen un informe policial en el franquismo sobre los elementos peligrosos de España en materia cultural. Del País Valenciano figuran Fuster, Vicent Ventura, Andreu Alfaro, y en Madrid Juan Genovés, Zamorano. En la exposición traemos un cuadro de 1950 que pintó Fuster que se llama «Viatge del general Franco a la sífilis». También empezó a colaborar muy pronto con la prensa del exilio, así que estaba fichado.

¿El gran amigo de Fuster fue Ventura?

Sí. Los dos provienen del carlismo y se nota mucho.

¿Fuster tiene algún heredero intelectual?

No, porque no podría ser.

¿Qué le dice a sus nietos cuando le preguntan quién es Joan Fuster?

Siempre les digo que era un amigo.

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