En el pequeño microcosmos que es el paddock de un Gran Premio de motociclismo hay de todo. Desde avezados expertos que saben perfectamente dónde está cada cosa, hasta neófitos que es la primera vez que pisan un circuito. Y entre ellos, toda una escala de aficionados al motociclismo, o simplemente a todo lo que envuelve a este deporte, que pululan por la calle entre camiones y "hospitalities" sin perderse detalle de la multitud. Y en medio de todo este maremágnum, una pedida de mano. Él se llama Javier Arilla, y ella, Raquel Roncal. Algo se olía la susodicha, porque desde unos minutos antes de las 12.45 de ayer, cuando estaba previsto que el mensaje apareciera en las pantallas gigantes, la megafonía avisaba de que tenían una sorpresa preparada para Raquel. La aludida reía y saludaba inocentemente.

Pero nada evitó que la chica se pusiera roja hasta las orejas, mientras él reía a mandíbula batiente. El resto del sector 22 de las Gradas Amarillas se giraba hacia la pareja, en la fila K, la última, y algún que otro "bromista", por no decir otra cosa, le pedía a gritos que no se casara porque luego se arrepentiría. Ella, sin embargo, no estaba para escuchar "consejos". "Ha sido muy emocionante, casi me quedo muerta", explicaba ayer por la tarde Raquel. Era la primera vez que esta pareja pamplonesa venía a un Gran Premio y llevaban ya dos días en el Circuito. Raquel relata cómo fue el momento: "Por megafonía decían todo el rato Raquel, y yo de broma me levantaba y demás, pero no podía ni imaginarme que era yo, aunque él me decía que no podía ir al baño, que esperara un poco más, hasta que apareció el mensaje en las pantallas". Por su parte, Javier explica que está "encantado" con el Ricardo Tormo, que le puso "todas las facilidades del mundo" para conseguir esa pedida de mano tan original.

"Accidentes" en el paddock

Las chicas del paddock atraen casi más atención que los propios pilotos. Al menos cuando éstos están rodando en la pista. Con sus enormes paraguas para protegerse del sol, se dedican continuamente a hacerse fotos con aquellos que se acercan. Son modelos, estudiantes y azafatas que se convierten durante unos días en centro de atención en el Circuito. No es de extrañar, por tanto, que sean bastantes los curiosos y vips que sufren algún que otro tropezón al admirar a estas modelos y olvidarse de por dónde andan.

El paddock es un hervidero de actividad desde primera hora de la mañana. Cientos de personas pasean por esta calle creada tras los boxes, flanqueada por los camiones y "hospitalities" a ambos lados de la misma, para disfrutar del ambiente especial de las entrañas de un Gran Premio. La zona pública, tras las gradas amarillas, tiene menos glamour pero la misma afluencia de visitantes.