La ola de frío siberiana también representa una seria amenaza para el fútbol, especialmente para el estado de los terrenos de juego. Si hay un club de fútbol especialmente sensibilizado en los últimos años con esa eventualidad es el Valencia. El club ha sustituido dos veces en dos años la hierba de Mestalla. Con la previsión de la drástica bajada de las temperaturas para estos días, la entidad ha reaccionado para proteger el césped con la colocación de una gigantesca lona térmica que preserve la temperatura de la hierba.

La actuación está destinada a mejorar el estado de un césped que todavía no es de la satisfacción completa de la plantilla valencianista y de la de jugadores rivales, que se han quejado de su excesiva dureza, a causa de su reciente implantación.

Una sequedad que ha provocado la proliferación de resbalones de varios futbolistas valencianistas en los últimos encuentros. El técnico del FC Barcelona, Pep Guardiola, se quejó del estado del césped, tal como se pudo apreciar en el gol del empate de Puyol el pasado miércoles. El técnico catalán, contrariamente a su flemática manera de actuar, celeró el tanto con más efusividad de la acostumbrada al grito de "¡dejad seco el campo!", como pudieron recoger las cámaras de televisión. Guardiola también dejó caer de nuevo que el césped de Mestalla suele estar, en su opinión, excesivamente alto en cada visita barcelonista. Una circunstancia que teóricamente no beneficia al juego raso y al pie que practica su equipo.

El césped está actualmente en proceso de asentamiento. Sí ha dejado de ser un factor de riesgo para los jugadores. Las graves lesiones de rodilla, en solo nueve días de diferencia, de Canales, Gurpegui y Banega obligaron a cambiar por completo los 90.000 metros cuadrados de césped del campo. Era la segunda actuación después de la de 2009. La humedad y las altas temperaturas obligaron a regenerarlo por completo, tras mantenerse inalterable desde el Mundial 82.