En Mestalla el Valencia deberá zarandear al Atlético si quiere jugar la final de la Liga Europa. Tendrá que hacer un partido perfecto. O al menos, efectivo. Toca remontar. Se necesita, como mínimo, un 2-0 para ser finalista. El peor de los guiones se escenificó anoche en el Calderón. El Valencia, en su versión vulgar, se dejó ridiculizar por un ambicioso y aguerrido Atlético. Un equipo que jugó mejor y demostró que no sólo hay que vocear que se quiere jugar la final sino que hay que hacer méritos para jugarla. El Valencia, sin embargo, lleva camino de echar por tierra en el último mes de la temporada todo el trabajo hecho durante el año. Sobre todo cuando es por falta de actitud, preocupa. Porque anoche los jugadores no jugaron con la concentración, intensidad y humildad que una semifinal requiere y el Atlético se benefició de ello. Y aún puede dar gracias que, en los minutos de añadido de la primera y segunda parte, marcó. Primero Jonas y luego Ricardo Costa dejan un halo de esperanza. Y eso que, en las horas previas, todo era optimismo.

Insistía Emery en que, por encima de todo, lo importante era no recibir ningún gol. Y su equipo salió goleado del Calderón. Sólo cuatro días después, volvió a recibir cuatro goles. En Cornellá fue Guaita y ayer Alves. ¿Explicación? defensivamente el equipo naufraga. Se sabía que el peligro era Falcao y el Tigre marcó dos goles, Adrián venía reivindicándose y también marcó y Miranda que quiso sumarse a la fiesta colchonera. O fiestón.

A dos partidos de la final, Emery cerró los ojos, repasó la nómina de futbolistas y escogió a «sus» mejores. De nuevo, y desafiando al estatus, dejó en la grada a un David Albelda que luego echaría de menos y prefirió reconvertir en lateral a Ricardo Costa antes de apostar por Miguel o Bruno. Y con su once de gala se plantó en el Calderón. El técnico, que sabe que enfila la recta final de su contrato y de la dificultad que entraña llegar a disputar una final, esta vez no sorprendió. Y precisamente, al conocer la alineación, fue eso lo que asombró a Simeone que esperaba un trivote en el centro del campo.

El Valencia, atenazado y nervioso, salió muy blandito y el Atlético, al observar a su presa tan amedrentada, fue a por él. Así, sólo habían pasado tres minutos cuando Diego puso a prueba a Alves. Era una llamada al orden. Un aviso que los valencianistas pasaron por alto. El Valencia, al que parecía durar la pájara de Cornellá, cedió la posesión del balón ante un rival que salió enchufadísimo. Y así, diez minutos después y en pleno asedio, Adrián volvió a permitir a Alves lucirse. Pero como a la tercera va la vencida, Falcao en el minuto 18 no perdonó. Rami, indolente, dejó desde la derecha centrar a Turan para que El Tigre marcara.

El partido estaba tal como lo quería el Atlético, mientras el Valencia se veía superado una y otra vez ante un rival al que, efectivamente, su técnico ha contagiado la garra que exhibía en su época de jugador y al que la grada idolatra. El guión inesperado. Mazazo moral.

Había que espabilar. Volver a remar a contracorriente en un escenario muy hostil y en el que la afición espolea y aupa al equipo en momentos de debilidad. E intimidar, intimida. En el Calderón no hace falta música de ambiente, la grada la pone. Así, por ejemplo, la hinchada cantó a voz en grito el himno del Atlético y pitó el de la Liga Europa. Y, como siempre hay que buscar un enemigo, la tomó con Soldado que escuchó mil y un insultos.

El Valencia, tras treinta minutos pésimos y cuando se vio con el agua al cuello, empezó a desperezarse y atreverse. Miedo a qué, debieron pensar. El equipo amplió el juego y, aunque sin orden, creó varias ocasiones para obligar a Courtois a entrar en juego. Soldado, Rami, Tino… Y cuando la gente empezaba a adentrarse por los vomitorios para disfrutar del descanso y resguardarse del intenso frío, Jonas silenció el estadio. El brasileño ejecutaba a la perfección una de las jugadas que tanto se ensayan en Paterna. El partido, de la forma más inesperada se empataba y el Valencia rentabilizaba al máximo su llegada. Un gol, sobre todo psicológico, porque el Valencia, a pesar de todo, se metía al vestuario vivo. Y trasladaba la presión al Atlético.

Pero, sólo dos minutos después de la reanudación, Miranda remató de cabeza tras una falta sacada por Diego y volvió a poner al Atlético por delante. La misma película. Pero no. Cuatro minutos después el marcador volvió a iluminarse. Adrián aprovechó una pérdida de Topal —muy desacertado— y a placer anotó el 3-1 para provocar el delirio del Calderón y hundir a un Valencia al que la falta de actitud y ambición lo convirtió por momentos en vulgar. Y es que, si la defensa hizo aguas, el centro del campo no compareció y ofensivamente no se crearon prácticamente ocasiones.

Emery, con un doble cambio, trató de recomponer el equipo, pero ya estaba viciado. Con Piatti (salió por Alba) y Canales (por un abrumado Feghouli), buscó abrir el juego por las bandas cuando el problema estaba en el centro del campo y en la faceta ofensiva. Y así se demostró con el espléndido gol de Falcao. La comodidad del resultado, permitió al Valencia acercarse a Courtois y Ricardo Costa, en tiempo añadido, marcó de cabeza para dejar la puerta entreabierta.

- Ficha técnica:

4 - Atlético de Madrid: Courtois; Juanfran, Miranda, Domínguez, Filipe; Arda Turan (Tiago, m. 80), Gabi, Mario Suárez, Diego (Perea, m. 88); Adrián (Salvio, m. 90) y Falcao.

2 - Valencia: Diego Alves; Ricardo Costa, Rami, Víctor Ruiz, Jordi Alba (Piatti, m. 72); Mehmet Topal, Tino Costa; Feghouli (Canales, m. 72), Jonas (Aduriz, m. 79), Mathieu; y Soldado.

Goles: 1-0, m. 18: Falcao remata un centro de Arda Turan. 1-1, m. 45+3: Jonas remata en el segundo palo un saque de esquina. 2-1, m. 49: Miranda cabecea un lanzamiento de falta de Diego. 3-1, m. 54: Adrián, de jugada individual. 4-1, m. 78: Falcao regatea a dos rivales y coloca el balón en la escuadra. 4-2, m. 94: Ricardo Costa, de cabeza.

Árbitro: Craig Thomson (Escocia). Amonestó al local Arda Turan (m. 41) y a los visitantes Feghouli (m. 15) y Diego Alves (m. 68).

Incidencias: partido de ida de las semifinales de la Liga Europa, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 50.000 espectadores. Vicente del Bosque, seleccionador español, presenció el partido desde el palco.