La publicaban ayer (casi) todos los periódicos. Este, concretamente, en la pagina 47. La foto, tomada en el vestuario de Los Carmenes después de la valiosísima victoria del Valencia, muestra a un grupo de jugadores Mathieu, Bernat, Canales, Guardado, Joao, Jonas, Pabón, Javi Fuego, Fede y Banega exultantes de alegría por el agónico triunfo sobre el Granada. Sin embargo, en ese ambiente de euforia y festejo postpartido, en esa imagen tan exultante, se echaba en falta, un elemento esencial en este tipo de celebraciones: la copa conquistada, el trofeo obtenido. ¿Qué acababa de ganar el VCF? Pues un partido roñoso, en el que compartió miserias con su rival, en el que mostró una leve mejoría defensiva ¡no encajó ningún gol! y en el que, al final, se le apareció la Virgen de Lourdes francesa, como Rami; todo lo contrario de la del Pilar, tan racial). Hubo también una mayor dosis de la famosa intensidad, que tanto necesitaba este equipo. Pero nada más. A Djukic le sigue urgiendo acometer reformas y rehabilitar el equipo, si no quiere que se le venga encima en cualquier momento.

La conquista de Granada es importantísima por el contexto en el que se produjo: con el técnico obnubilado, el equipo trastabillando y el entorno agitado por el último desmán del tarambana de Rami. En esas circustancias, los tres de Los Carmenes pueden ser los tres de inflexión desde los que el equipo enderece su rumbo. Hasta ahí, vale.

Más allá, como denota la foto del vestuario, no. Si el nivel de este Valencia es el de celebrar por todo lo alto un paupérrimo 0-1 frente al Granada, en el tiempo de descuento, es que la exigencia ha decaído muchísimo. El presidente Salvo, cuya arenga a los jugadores, antes del choque ante el Sevilla, fue decisiva en el éxito final del partido debería intervenir de nuevo para moderar las muestras de euforia exagerada de algunos futbolistas. Por respeto al historial del club y a su afición. No se ha ganado nada, ni hay nada que celebrar. Todavía no ha llegado el momento de convocar jaranas nocturnas. Hay que guardarles para los hitos verdaderamente relevantes. O al menos, eso espero.

Tampoco estaría de más que el presidente se apeara del burro e intentara templar gaitas con Rami. La pulsión autoritaria por no decir la vena fascistoide que se ha desatado con este asunto a todos los niveles fundamentalmente en el periodístico resulta preocupante. A estas alturas, sacar a relucir la moralina y el tic fascistoide queda extemporáneo. Al fin y al cabo, el delito de Rami es de opinión y por muy castigado que esté por el régimen interno del club, la sanción ha de ser proporcionada a la falta cometida. El francés no personalizó en lo referente a los pelotas del vestuario que por mucho que les dula, los ha habido y los hay, como en cualquier organización y sólo señaló el entrenador por no corresponder a las espectativas que le creó. (Djukic podría reprocharle lo mismo). Pero nada más. Si se quiere aprovechar la coyuntura para escarmentar a Rami por anteriores comportamientos, su manera de proceder ya era conocida desde antes de ficharle. No vale escandalizarse ahora. Ni hay que rebajar el potencial deportivo del equipo. Rami no es más zascandil ni mas botarate que alguno de sus compañeros. Al contrario: hay quien le supera de largo. El presidente ha de dar ejemplo de ponderación, para luego poder exigirles también moderación a sus futbolistas.