Lo ha vuelto a hacer. El Valencia Basket, de la mano de Carles Duran, sumó una importante victoria en un partido donde no se podía fallar. Atrás ha quedado la mala racha como visitante y las dudas. El equipo se despojó de un peso importante en la mochila para seguir con sus opciones intactas en la Eurocup, donde se podría sellar su clasificación la próxima semana en la cancha del Nancy francés. El equipo sigue mostrando algún defecto, como la floja defensa exhibida en los primeros diez minutos o la falta de contundencia en el juego interior, con Loncar como principal señalado, pero lo que sí es verdad, es que el juego del colectivo ha ganado en acierto, contundencia y mentalidad. La confianza sigue aumentando y con la calidad de la plantilla se puede seguir creciendo.

Un primer cuarto de récord empezó a enderezar el rumbo del partido. Como un equipo herido y tocado en su orgullo salió el Valencia Basket en la cancha del Olimpia Arena. Quiso demostrar que era mejor, que quería desquitarse del traspiés de la pasada semana y que sobre todo deseaba continuar en la Eurocup. La friolera de 42 puntos endosó el conjunto «taronja» a un CSU Asesoft perplejo por el cambio de acierto e intensidad exhibido por su rival. Esta marca es la segunda histórica en anotación conseguida en un cuarto y sólo superada por el Hapoel Jerusalén. Ocho triples sin fallo endosaron los de Carles Duran a los de Arnautovic que vieron como en apenas tres minutos el marcador echaba humo con tantos puntos (10-24).

El único debe de los valencianos fue la defensa y es que si se atacó bien no se defendió ni mucho menos igual. Al igual que en la Fonteta, Runkauskas y Hayes firmaron una buena primera parte para contribuir a los 49 puntos conseguidos por los de Ploiesti al descanso. La cifra hubiera sido mala sino se hubiera subsanado con el acierto al aro contrario del Valencia Basket que alcanzó su máxima renta al inicio del segundo cuarto (30-45) tras triple, como no, de Pau Ribas que acabó la primera mitad con 17 puntos. Con un buen trabajo de Rafa Martínez y de Dubljevic se alcanzó la primera mitad con una renta más que buena (49-61) en un partido alocado.

La segunda parte no varió demasiado en el guión. De hecho, la renta superó los veinte puntos tras acción de Sato, que firmó once en el tercer cuarto (54-74). Sólo Runkauskas, el mejor de los suyos, ponía en apuros la defensa valenciana. El lituano, con 25 puntos y 35 de valoración, demostró sus dotes anotadoras, aunque con el paso de los minutos fue acusando el desgaste del paso de los minutos.

Con el partido decidido sólo había que intentar mantener el «basket-average» y también se consiguió. El conjunto rumano tuvo su máximo acercamiento mediado el último cuarto (77-91), pero el final ya tenía un ganador determinado y claro. Con paciencia. El juego fue decayend

Al final se llegaron a alcanzar los cien puntos mágicos, que enaltecen un victoria de lustre y no sólo porque se hizo un buen partido sino porque la dinámica entra en una nueva dimensión. Desde el 30 de noviembre no se ganaba fuera, fue en Andorra y sufriendo. Empezar a sumar fuera debe ser otra constante a mantener para volver a recuperar el prestigio ganado a base de trabajo y esfuerzo la pasada temporada. El triunfo permite depender de sí mismo y el objetivo más inmediato debe ser estirar la inercia lo máximo posible y confirmarlo el domingo en Sevilla. Después llegará el Nancy.

La calma y el trabajo del día a día debe seguir imperando. Es la clave.