Los amantes del deporte estamos hoy de enhorabuena. Esta madrugada, a partir de las 00:30, el mundo entero se detendrá para contemplar el mayor espectáculo deportivo del planeta. La Super Bowl LII, que enfrenta en Minnesota a los New England Patriots y a los Philadelphia Eagles. La dinastía de las dinastías, la irrepetible saga de Tom Brady y Bill Belichick en busca de su sexto anillo e igualar así el récord de los Pittsburgh Steelers; contra una franquicia que busca su primer triunfo en una Super Bowl y que llega liderada por un «quarterback» suplente, Nick Foles, que está ante la oportunidad de su vida.

El de esta noche es la madre de todos los partidos. No hay nada parecido en el mundo. Nada será más visto en televisión en este 2018 y eso que aún estamos en febrero, y ningún otro acontecimiento deportivo generará el volumen de dinero que se moverá estos días alrededor de la gran cita de hoy en Minnesota. Algunas cifras dan miedo, como los 5 millones de dólares que costará cada anuncio de 30 segundos que se emita durante el partido. O los más de 4.000 millones de dólares que se moverán, solo en Estados Unidos, en apuestas alrededor del encuentro. Por no hablar de la siempre curiosa cantidad de alitas de pollo que se consumirán por todo el territorio estadounidense, más de 1.350 millones. En definitiva, un espectáculo inigualable que es mucho más que deporte, pero que también ofrece ingredientes deportivos igualmente atractivos.

La santa cabra

En inglés, «goat» significa cabra, pero también es el acrónimo de «Greatest Of All Time»; es decir, el mejor de todos los tiempos. Y ese, en la NFL, es ya sin opción a debate Tom Brady. El «GOAT» en el campo, eso sí. Porque en los banquillos tampoco hay duda sobre quien ostenta ese «título», y ese no es otro que Bill Belichick. ¡Y ambos llevan juntos 17 años! Normal que el aficionado de cualquier otro equipo de la NFL vaya siempre con el rival de los Patriots. Son muchos años ganando y eso no gusta a nadie, creo que incluso también a los hinchas del que gana siempre.

Pero eso no quita para reconocer la grandeza, y la de Brady y Belichick es incontestable. Por eso, por mucho que se les desee la derrota, todos en parte debemos estar agradecidos por tener la oportunidad de verlos de nuevo peleando por el anillo. Larga vida a Brady y Belichick. O no. Yo que sé. ¡Que empiece ya el partido, por favor!

La «mano de Dios»

En el otro lado de la cancha, los Patriots se van a encontrar con los mejores Eagles de la última década. Una formación, la de la ciudad del amor, que llega a la Super Bowl tras un espectacular arranque de temporada en el que un joven Carson Wentz les llevó a liderar la liga con un incontestable balance de 10 victorias y sólo 2 derrotas. Pero la grave lesión que sufrió Wentz ante los Rams, disparó las alarmas de una hinchada que se veía de nuevo en la Super Bowl. Un camino que se encargó de liderar Nick Foles, un católico practicante y estudioso de la biblia que estuvo a punto de dejar el deporte profesional.

En su vuelta a Philadelphia, ha conseguido mantener el excelente nivel del equipo, como ya demostraron en la final de la NFC con una contundente victoria de 38 a 7 sobre los Minnesota Vikings. Sin duda alguna, Foles está a años luz del palmarés de Brady, aunque facultades no le faltan, y las demostró con creces en su primera temporada en la NFL, cuando tuvo que suplir al titular de los Eagles, Michael Vick, con un más que excelente resultado. Tras su paso por San Luis y Kansas City, Foles ha vuelto a Filadelfia este año, para afrontar, aunque él no lo supiera, el mayor reto de su carrera deportiva.