La Copa del Rey se caracteriza por ser un torneo especial. Su formato, modelo de otras ligas, es tan atractivo para el espectador como cruel para los participantes. Un mal día, un tiro sin fortuna, una lesión inesperada, pueden cortar de raíz las aspiraciones del cualquiera. El Valencia Basket llegó a Málaga sabedor de su lado del cuadro era el más duro posible. Con el vigente campeón como primera piedra de toque, la supervivencia iba a desembocar en otro duelo de alta complejidad como el que esta tarde espera. Dejar fuera de combate al millonario Barça ha sido un acto tan de fe como heroico, pero ahora la reválida cobra si cabe una mayor dimensión.

Los «taronja» se ven las caras con el Real Madrid. El equipo de Pablo Laso ha llegado al torneo con hambre tras caer en la final del año pasado con polémica y consciente de que sin su eterno rival en liza, presenta a priori un camino más despejado para levantar un trofeo que está obligado a ganar. El plantel de Ponsarnau no está por la labor de permitirlo. El triunfo frente a los de Pesic ha elevado de manera considerable la fe de un grupo de jugadores que por fin se ha dado una gran alegría esta campaña. Tras un arranque aciago y con dudas, el Valencia Basket está desarrollando un baloncesto dinámico, regular y que trae consigo triunfos.

Nadie duda de que la empresa ante los blancos se presenta como complicada. Tener enfrente a jugadores como Campazzo, Llull o Tavares invitan a respetar y mucho al rival, pero el temor ya no existe y sobre todo la ilusión es tan desmesurada como ambiciosa. El propio Ponsarnau destacó en la previa ese doble aspecto del reto que hay encima de la mesa, con el impulso anímico que rodea a sus jugadores. ««Estamos a un partido de una final, y ese es el gran reto. Siendo muy conscientes de que nos queda mucho esfuerzo por delante, y con no todas las fuerzas que nos gustaría tener para jugar contra un rival tan físico y con tanto talento como el Real Madrid, pero con mucha ilusión», indicó.

Pendientes de Vives

Las sesiones previas al encuentro ante el Real Madrid han estado marcadas por la suavidad. El cuerpo técnico es sabedor que el esfuerzo de su plantilla a estas alturas de la campaña ha sido muy grande y todavía hay muchos retos por delante, principalmente en la Euroliga, con lo que la táctica y el visionado de vídeos han primado en la preparación del choque. Son dos equipos que se conocen mucho y como ante el Barça hay ganas de revancha. Esta misma temporada, el equipo blanco se ha impuesto en los dos precedentes disputados y a ello se une la final copera de 2017, con Ponsarnau como asistente de Pedro Martínez, que también acabó del lado madridista. Dispuesto a escribir este nuevo registro, el plantel «taronja» no se quiere poner ningún límite y apela a su inercia ascendente para alcanzar la sexta final copera del club.

La gran duda del Valencia Basket en lo físico reside en la figura de Vives. El base recibió un golpe fortuito de Claver en el encuentro del pasado jueves ante el Barça y el hematoma es importante. El jugador ha puesto todo de su parte para poder ayudar algún minuto pero en previsión de ello, ayer se desplazó hasta Málaga Van Rossom. Aunque a priori está descartado, el base belga ha superado una prueba médica y se encuentra en condiciones de ayudar si se le requiere. La causa vale la pena.