¿Qué sensación le deja este torneo?

Una gran alegría por lo conseguido, pero también de tristeza por la situación general. Ver la central vacía y tan poca gente es decepcionante.

¿Cómo ha vivido estos días?

Me he pasado los 20 días de las pistas al hotel. Aburrido. Cuando no entrenaba leía, veía muchas series y seguía la actualidad, que es preocupante. Me traje la Playstation y jugaba con Moyà, con Rafa Maymó o al parchís. Matábamos las horas...

La final no fue la batalla que se esperaba

Soy el primer sorprendido. 6-0 y 6-2 a Djokovic. Nadie espera eso. En la pista tuve una sensación casi perfecta. Veía la bola bien, sus golpes... me adelantaba. Fue un día especial en un partido muy difícil. Era lo que necesitaba para ganar.

Fue un partido casi perfecto.

Jugué especialmente bien. En Australia hace dos años todo fue lo contrario. Era Djokovic quien jugó perfecto. Pero así es el deporte. En Melbourne él se sentía favorito porque es su torneo; aquí en París es el mío.

¿Entrena esa fuerza mental con yoga o alguna práctica?

No hago nada de eso para entrenar la fortaleza mental. Ni yoga ni psicólogos ni nada. Trabajo de otra manera.

¿Cuál?

El esfuerzo diario. Obligarse cada día a hacer las cosas bien, especialmente las que no me apetecen. Lo he hecho siempre desde pequeñito. Auto obligación para ser mejor.

¿Y se puede ser mejor aún?

Siempre se puede ser mejor. En estos años he perdido cosas por el camino pero he añadido otras para equilibrar la balanza. Entreno con la ilusión de mejorar las cosas. Esa es una de mis virtudes más importantes y creo de cualquiera que quiere progresar. Y eso, como yo, también lo tienen Federer y Djokovic. El deseo de ser mejores cada día nos ha ayudado en nuestra progresión. Los tres tenemos una autoexigencia grande.

Dijo que en el confinamiento sufrió. Tuvo problemas para volver a entrenar, para coger la intensidad que necesitaba.

Hay épocas peores y otras mejores. El kilometraje va sumando. Nunca habría imaginado diez años atrás que con 34 años podría competir a este nivel.

¿Cómo preparó el partido contra Djokovic?

Mi referencia era la final de Roma de hace un par de años. Se jugó en unas condiciones parecidas e intenté seguir las cosas que hice bien y mejorar las que no. Salí con una idea clara de qué hacer, cómo jugar. Él podía tener las condiciones de este Roland Garros a su favor, pero ese escenario es único para mí. Es una pista muy especial en la que he conseguido mis mayores éxitos. Eso me daba una gran seguridad para afrontar la final.

Federer le felicitó por las redes. ¿Qué le dijo Djokovic?

No pude hablar con él. Me felicitó en la pista y ya está. Es normal. Cuando pierdes un partido así no tienes muchas ganas de hablar. Yo lo entiendo.

Su relación con él tampoco parece que sea la mejor.

Tengo buena relación con él. Es buena persona. Hay que relativizar las cosas entre nosotros.

Otro Roland Garros y 20 Grand Slams para igualar a Federer. ¿Objetivo cumplido?

Me siento orgulloso de tener 20 Grand Slams, pero de momento es un paso más en mi camino. Lo que de verdad me importaba era ganar Roland Garros. Cuando acabe mi carrera veré dónde me sitúo. Es lo que pienso y no he cambiado. Es evidente que me importa haber llegado a esta cifra y también que Novak y Federer competimos por algo más.

¿Cómo afecta esta pandemia al tenis?

Es bastante insostenible. Los torneos están sufriendo mucho y me preocupa el futuro.