La selección española de balonmano volvió a subirse a un podio mundialista ocho años después, tras colgarse ayer la medalla de bronce en el Mundial de Egipto, al imponerse por 35-29 a Francia en la final de consolación, en la que los «Hispanos» mostraron desde el comienzo una mayor hambre por ganar. Se suele decir que el equipo que mejor se recupera del varapalo que supone quedarse fuera de la gran final es quien acostumbra a ganar la medalla de bronce. Y viendo la sobresaliente puesta en escena del equipo español, quedó claro que los «Hispanos» superaron mejor y más rápidamente que el conjunto francés, como lo definió Jordi Ribera, el «luto» por no poder pelear por el oro. No solo ya por la intensidad defensivo que mostró desde el principio la selección española, ni por la cuatro paradas que ya sumaba Rodrigo Corrales en los primeros diez minutos de juego, sino por el hambre con el que afrontaron la contienda los internacionales españoles.