Estaba el pasado sábado por la tarde jugando mi partida habitual de fin de semana en el trinquet que un grupo de amigos aficionados a nuestro deporte construimos en Estivella, cuando recibí la noticia del fallecimiento de Paco. Fue Rafa García, un loco de la pelota, el que lo comunicó al resto. Conocía su estado de salud y que en los últimos días se había complicado, pero nunca pensé en el fatal desenlace. Pero así es la vida.

Mucho se ha hablado y escrito en las últimas horas sobre la grandeza del personaje, coincido con todas las opiniones, con todos los adjetivos que le han dedicado. Fue un gran caballero, no dudó un momento en poner el nombre de su pueblo, Genovés, para anunciarse en las partidas. Ese pueblo que le ha despedido de una manera especial. Jamás se le subió a la cabeza su don, que no era cualquier cosa. Grandes nombres y hombres ha dado la pelota, los aficionados los tienen todos en mente, pero de entre todos ellos estará para siempre el de Paco.

Coincidí con él en muchas partidas. Nos teníamos una amistad especial. Si lo ponía muy bien me decía, «Paquito te has pasado». Los elogios no le gustaban. Viví la partida de Benidorm ante Martinicorena, sufrió lo indecible pero la jugó. También viví la de Sagunt ante Álvaro. Una la perdió la otra la ganó, pero su semblante era el mismo. Había que jugar y eso fue lo que hizo. Jugara o no, en activo o después ya retirado, cuando entraba a un trinquete la afición demostraba su cariño con sus aplausos. Solo hace falta ahora que se le reconozcan sus méritos por los que tienen que hacerlo. Este deportista es de casa, es del pueblo y ha dignificado como nadie lo nuestro. Que se lo apunten los que tienen que apuntárselo.