La feroz campaña contra el Puerto de València, esgrimida aquí y en Barcelona por algunos de nuestros más altos dirigentes políticos, lejos de amainar, sigue con tanta creciente inquina como total carencia de fundamento. Se hace necesario, por tanto, de vez en cuando, volver a repasar algunos datos.

La ampliación está concluida hace una década. Durante 9 años, un equipo de expertos de la Universidad Politécnica, coordinados por José Serra Peris, catedrático de Puertos y Costas, del Instituto de Transporte y Territorio de la Universidad Politécnica, realizó un exhaustivo seguimiento, con sus correspondientes mediciones, de la evolución de las playas al norte y al sur de esa ampliación, durante las obras y una vez acabadas. Ese amplísimo y meticuloso estudio, recogido en unos diez mil folios de imágenes y datos precisos, concluyen que «la ampliación del Puerto de València es inocua para las playas del norte y del sur de Valencia». Repito: la ampliación es «inocua» para las playas. Más recientemente, otro equipo de expertos de la Politécnica, capitaneados por Vicent Esteban Chapapría, Catedrático de Puertos y Costas de la UPV, en otro amplísimo informe, volvió a concluir lo mismo. Además, los informes técnicos y jurídicos de Puertos del Estado ya han confirmado que la ampliación no necesita una nueva Declaración de Impacto Ambiental. La mayoría del gobierno autonómico, el gobierno español y la UE han apoyado explícitamente la ampliación. Porque lo dicen los expertos: esta ampliación es inocua para las playas.

Otra cosa, muy distinta, es que el Puerto tenga efecto sobre las playas. Así es desde hace 50 años, cuando el dique de Levante interrumpió el movimiento natural de las corrientes de norte a sur. Pero ni las posteriores ampliaciones en el sur o en el norte añaden ningún efecto, tal y como se ha podido comprobar en los muchos años que llevan construidas. Es el antiguo dique de Levante el que acelera el retroceso de las playas del sur y frena el de las playas del norte. No lo causa, lo acelera al sur o lo frena al norte. El cambio climático, con sus cada vez más agresivos temporales, el calentamiento global, con la subida del nivel del mar, la falta de aporte de sedimentos de los ríos o la desaparición del sistema de dunas para construir edificios, merma a la práctica totalidad de las playas, con o sin puerto. Si desaparece, ha de tenerse en cuenta que el retroceso de las playas seguirá igual.

Seamos valientes y hablemos pues de quitar todo el Puerto. Las playas del sur retrocederían algo más lentamente, pero seguirían retrocediendo. Las del norte retrocederían a marchas forzadas.

La playa de Las Arenas, al carecer del efecto sombra directo, desaparecería tal como hoy la conocemos. Para entender que no exagero, pueden verse las fotografías de cómo era esa playa antes de que existiera el espigón de Levante, cuando el agua llegaba al Balneario de Las Arenas. Si eso es lo que queremos, adelante. A ponerlo en el programa electoral y que decidan los valencianos, esos que, en su inmensa mayoría, valoran y están profundamente orgullosos de su Puerto.