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El exconsejero de Caja Mediterráneo (CAM), Joaquín Longinos Marín, denunció ayer la escasa información que se les proporcionaba para realizar su labor y señaló que únicamente era el "núcleo duro" de la entidad -en el que incluyó a los directivos, el presidente y los vicepresidentes- el que disponía de todos los datos necesarios para tomar las decisiones. Según relató durante su comparecencia en la comisión de investigación de las Cortes, los consejos se convocaban únicamente con 48 horas de antelación y la documentación asociada al orden del día sólo podía consultarse en la sede central, donde tampoco se les facilitaba copia de la misma y "solo se podían tomar notas". Esto impedía, a su juicio, que la mayoría de los consejeros pudiera tomar una decisión fundada y al final se limitaban a seguir lo que hacía el citado "núcleo duro". Al respecto, confirmó la existencia de "preconsejos" en los que este grupo reducido decidía sobre la mayor parte de los temas.

"Sabíamos más por los medios que por lo que se decía en el consejo. Se te quedaba cara de tonto cuando un vecino te preguntaba y sabía más que tú porque había leído el periódico", afirmó Marín, quien sólo estuvo dos meses en el consejo de la CAM, entre el 27 de mayo de 2011 y la intervención del 22 de julio.

Horas antes había sido el turno de los exmiembros de la comisión de control Raul Serrano Moll y Dolores Mataix, que eludieron cualquier responsabilidad en la debacle de la CAM. Serrano dijo que, tras resultar elegido para la asamblea por sorteo, fue el director territorial de la caja quien le propuso entrar en la comisión de control. "Me dijeron que no me preocupara, que no necesitaba estudios de economista ni de derecho, que sólo tenía que ir y dar mi opinión y que estaba todo controlado", relató el empresario, que admitió que sólo se leyó los estatutos de la entidad "muy por encima". Igualmente afirmó que "nunca" vio nada raro y que la sensación que siempre le trasmitieron en las reuniones es que la caja estaba bien gestionada. Raul Serrano también señaló que había perdido 100.000 euros con las cuotas participativas.

Dolores Mataix señaló que nunca tuvo "ninguna duda sobre la gestión de la caja por el fuerte escrutinio externo al que se sometía". Así, recordó que las cuentas de 2010 las revisaron la auditora de la CAM, las de sus socios de SIP, la CNMV y el Banco de España. "Cómo iba a detectar yo lo que los expertos no veían", afirmó. Mataix negó que la función de la comisión de control fuera "auditar a los auditores" y afirmó que eran éstos los que debían informarles de cualquier anomalía.