Sin margen para aplicar medidas monetarias con los tipos de interés rozando el 0 %, Europa precisa de la aplicación de un verdadero plan de estímulo a su economía para evitar la caída en el estancamiento y, si acaso, en un nuevo período recesivo que no sería tan grave como los de 2008 y 2011. Todos los expertos consultados coinciden en que el plan Juncker «no funciona», como afirmó el economista José Carlos Díez. El profesor de Economía Aplicada de la Universitat de València, Vicente Pallardó, afirma que «es preciso un plan de verdad y no como el que tenemos, de solo 23.000 millones y fiado a un sector privado que no invierte porque no lo ve claro». En su opinión, Europa ha basado «su estrategia de crecimiento en las exportaciones y esa dinámica da frutos si el resto del mundo crece y te compra». Pero, como añade el catedrático de Análisis Económico del mismo centro de estudios, Joaquín Maudos, «el comercio mundial ha caído y eso afecta negativamente a todos, incluida la todopoderosa Alemania» y, a la postre, España, que tiene al gigante europeo como uno de sus principales mercados.

Por tanto, hay consenso en que es prioritario que Europa complemente la actuación del Banco Central Europeo y adopte medidas que estimulen la demanda interna para que esta se erija en el motor del crecimiento.