El de las viviendas turísticas es un problema difícil de calibrar. Tras dos años de inspecciones desde el cambio de gobierno, la Agencia Valenciana de Turisme ha aflorado más de 30.000 viviendas turísticas, según la información actualizada ayer ante la Comisión de Intrusismo del sector, reunida antes del parón estival. La Generalitat se está esforzando en sacar esta actividad realizada por particulares de la clandestinidad, y obligarla a entrar en el registro autonómico para situarla en el radar de la administración tributaria. Las patronales calculan que ya hay más oferta no reglada que plazas de alojamiento reglado en la Comunitat Valenciana. Ayer, la confederación cifró el fenómeno en 150.000 plazas.

La presión a este modo de alojamiento (el no reglado, lógicamente) se complementa con las multas a las plataformas que no eliminan de su web los pisos considerados ilegales. En esa guerra están en toda Europa, desde Barcelona a San Francisco, Ámsterdam, Nueva Orleans o París.

Por otro lado, la AVT está ultimando un protocolo de colaboración con los municipios para que estos, a través de policías locales y sus funcionarios, colaboren en las labores informativas y vigilancia para poner coto al fenómeno. Además, Colomer tiene en estudio la propuesta de crear una plataforma digital de ámbito autonómico donde los vecinos puedan denunciar las bolsas de fraude y actividades ilícitas.

Por otro lado, para este verano se esperan en la Comunitat Valenciana 4 millones de turistas extranjeros, un 10 % más, con una previsión de ocupación del 82,9 % en los hoteles del litoral en julio, un 3,7 % más. Y en València, un 87%. Por su parte, los hoteleros estiman que la ocupación media subirá un 5% hasta alcanzar el 85% mientras que prevé que el precio medio y la rentabilidad aumenten un 8% y el sector cree un 4% más de empleo.