El debate abierto en la Denominación de Origen Cava, dominada por los productores catalanes, ha generado una gran preocupación en el sector de Requena, cuyo municipio pertenece a la DO y aglutina a ocho bodegas que elaboran este espumoso. La normativa europea aprobada el pasado verano y que da potestad a los consejos reguladores para fijar el potencial vitícola dependiendo del mercado, ha animado a la industria catalana a presionar al Gobierno para cortar ya de raíz la expansión del cultivo.

Básicamente, en municipios como Requena o Almendralejo (Extremadura), que lograron hace tres décadas autorización para producir esta variedad tras una larga batalla legal.

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Ante la posibilidad de que el Gobierno imponga en pocos días la prohibición de plantar nuevas cepas, el temor se centra en la situación de las decenas de viticultores que están en pleno proceso de reestructuración de 450 hectáreas.

Lo explica José Miguel Medina, presidente de Bodegas Coviñas. "No puedes cambiar las normas en medio del partido", resume gráficamente. Tal como señala, en estos momentos habría unas 450 hectáreas en las que ya han sido arrancadas las cepas con vistas a plantar variedades para cava en 2018. "Si se tiene que cerrar la DO a nuevas plantaciones en 2019, que se cierre, pero el potencial vitícola de la DO son las hectáreas plantadas más las que están en reestructuración. 450 hectáreas no van a desvirtuar el mercado", señala.

Según las cifras que maneja, la inversión que está en el aire es considerable: unos 12.500 euros por hectárea, 5,6 millones que podrían no desplegarse. Y peor aún, en hectáreas ya vaciadas y que generarían un problema a los agricultores, que hicieron una apuesta en busca de más rentabilidad. "Los planes de viabilidad de bodegas o cooperativas se van a ver afectados. Eso lo va a pagar el viticultor", señala.

En estos momentos, la DO Cava incluye unas 36.000 hectáreas, de las que 29.000 están en Cataluña, unas 3.600 en Requena (un 10% del total), 1.400 en Almendralejo, y algunas más en municipios de La Rioja o Ribera del Duero. El temor de los catalanes al margen de crecimiento de zonas como Requena explica esta maniobra. La DO Cava se ampara en estudios de la Politécnica de la Rioja y la Roviri i Virgil de Tarragona, que sostienen que en este momento un crecimiento desmesurado de nuevas plantaciones pondría en peligro la estabilidad de precios dentro del cava.

No están de acuerdo los productores valencianos que ayer tenían una cita en el Mercado de Colón de València, que acoge hasta hoy la Feria del Cava Valenciano. "Si este freno al cultivo se hace para prestigiar el producto tendría sentido, pero tendría que ser una decisión por consenso, y no dirigida en contra de determinadas zonas", lamenta Ana Suria, gerente y copropietaria de Pago de Tharsys.

En su opinión, en estos momentos no puede hablarse de un problema de excedentes que haga necesario controlar la producción. "El precio del base cava va aumentando", asegura. Coinciden en Bodegas Coviñas: "Los últimos cinco años la tendencia es alcista. Pasamos de graneles de vino base cava de 900 a más 1.200 pesetas en Requena. Otra cosa es que viésemos una caída de precios que obligaría a poner soluciones".

Emilio Expósito, presidente de la Asociación de Elaboradores de Cava de Requena, apunta al crecimiento del municipio como clave para entender la posición del grupo catalán dominante en la DO: "Este año vamos a crecer un 15%, superaremos los siete millones de botellas. Es posible que con esta evolución y el futuro de la zona estén preocupados en algún sitio y quieran frenar este crecimiento", asegura. El sector va a más. Y lo que no se transforma aquí, lo absorben otros mercados.

Variedades de gran rentabilidad

Expósito muestra su preocupación por los viticultores: "Como asociación estamos a favor de que puedan seguir plantando. No porque nos beneficie una bajada de precios sino porque para la comarca es mucha riqueza". El presidente cifra el precio de la uva para cava en un 70%/80% más cara que para el vino.

El salto en la rentabilidad es considerable. Solo para esas 450 hectáreas que están en el aire en estos momentos, la diferencia de plantar variedades para hacer cava o para hacer vino de mesa puede superar el millón de euros en ingresos.

Desde Bodegas Hispano Suizas, el empresario Rafael Navarro también se muestra crítico con este freno abrupto que puede dejar colgados a viticultores con hectáreas en reestructuración. Pero entiende que de algún modo se quiera cuidar la marca. "Hay que proteger la DO. Podemos perder el valor añadido conseguido en Requena si lo masificamos. No sé si la limitación de explotaciones es la forma más adecuada, o bajando los rendimientos por hectárea. Acotar la DO está bien, es pensar en el futuro, pero tiene que haber un periodo de adaptación de uno o dos años" para la superficie en reestructuración, concluye.