La actual fragmentación del espectro político no augura nada bueno y lo último que quieren los empresarios -y menos aún los banqueros- es volver a vivir una situación de incertidumbre como la de 2016, cuando los españoles tuvieron que acudir por segunda vez a las urnas, ante la imposibilidad de que los partidos se pusieran de acuerdo. Por eso, el presidente del Sabadell, Josep Oliu, al ser preguntado por la próxima cita electoral, dejó claro que la entidad no entra en política pero también expresó su deseo de que tras la cita del 28 abril «haya un Gobierno estable, casi le diría que, al menos, que haya un Gobierno y que no hubiera que repetir las elecciones».

Así lo señaló el directivo durante el encuentro con los medios de comunicación que tradicionalmente mantienen los responsables de la entidad en la víspera de la junta general de accionistas que, por segunda vez desde que el banco trasladó su domicilio a Alicante en octubre de 2017, se celebrará este jueves en el Auditorio de la Diputación.

Además de desear que los partidos sean capaces de conformar un Gobierno, Oliu también puso deberes al fututo Ejecutivo, sea cual sea su color. Así, señaló que los cuatro años de crecimiento económico han servido para «ir tapando agujeros» y que, en general, el sector privado «ha hecho una transformación brutal» y las empresas han logrado, por ejemplo, reducir considerablemente su endeudamiento. Sin embargo, el banquero vallesano señaló que existen aún problemas «considerables».

En concreto, apuntó que el futuro Gobierno debería centrar sus esfuerzos en combatir la elevada tasa de paro que todavía existe y en continuar con la reducción de la deuda pública, ya que, a su juicio, sigue siendo excesiva y supone un riesgo ante una posible situación económica adversa. Por eso, también advirtió contra la tentación de combatir la desaceleración elevando el gasto público a base de acumular más deuda. En cualquier caso, el banquero recalcó que la economía española aún crece por encima de la media europea y que la demanda interna sigue sólida, por lo que señaló que los principales motivos de preocupación llegan del exterior y, en concreto, del freno de la actividad mundial.

En cuanto al Brexit, Oliu señaló que su preocupación por una salida desordenada del Reino Unido no viene de los efectos que esta situación puedan tener en su filial británica -el TSB- ya que se trata de un «banco doméstico», que no tiene relaciones internacionales. Sin embargo, la entidad cree que le afectaría más la repercusión de esta ruptura en el conjunto de la economía, aunque señaló que se han adoptado medidas para prepararse ante un Brexit duro.

Por otra parte, el presidente del Banco Sabadell aseguró que en estos momentos «no está encima de la mesa» una posible fusión con Bankia, aunque dejó la puerta abierta a que pueda estudiarse en un futuro. Oliu salía así al paso de las informaciones que aseguran que ambas entidades estuvieron estudiando su integración hace algo más de un año pero que decidieron aparcarla al desplomarse sus cotizaciones, lo que impidió la salida del Gobierno del accionariado de la primera. Desde entonces, los rumores de posibles contactos no han cesado.

«Todo lo que está debajo de la mesa se puede poner encima de la mesa pero no sé si eso puede ser con el nuevo Gobierno, dentro de cinco años o dentro de diez. No lo sé. Pero, hoy por hoy, no hay nada encima de la mesa ni nada que se contemple», admitió Oliu, ante la insistencia de los periodistas por saber si se podría producir esta integración en un futuro. Si algún día se llega a producir, las antiguas CAM y Bancaja acabarían formando parte de la misma entidad, algo que no fue posible mientras ambas existieron por separado.

En este sentido, el presidente del Sabadell recordó la multitud de operaciones que ha protagonizado la entidad en los últimos años y apuntó que se trata de un proceso que decidieron dejar en «stand by» hace tres años para centrarse en elevar la rentabilidad del banco.

No obstante, también reconoció que la baja cotización del Sabadell en estos momentos puede situarlo a tiro de OPA de otra entidad. «Cuando algo está barato es una oportunidad, si alguien lo quiere comprar», señaló el ejecutivo. No obstante, también apuntó que se trata de un problema común a toda la banca europea y que, precisamente por ello, no cree que vaya a producirse esta situación ya que, en general, no ve «apetito» de los inversores por el sector bancario, por la baja rentabilidad que ofrece el negocio. Del mismo modo, rechazó tajantemente una posible ampliación de capital ya que considera que el banco cuenta con suficientes recursos.

Por otro lado,los responsables del Banco Sabadell reconocieron ayer que el cierre «progresivo» de oficinas va a continuar e, incluso, acelerarse durante los próximos años, a medida que los clientes aumenten el uso de otros canales alternativos para relacionarse con la entidad, principalmente, el teléfono móvil. Así, el presidente del banco, Josep Oliu, señaló que en el último ejercicio se ha echado la persiana de alrededor de un centenar de locales «de forma discreta» y que ésa será la tendencia «natural». En especial, en los centros urbanos en los que puedan agruparse los servicios que se prestan a los usuarios.

Eso sí, ni Oliu ni el consejero delegado del Sabadell, Jaume Guardiola, quisieron aventurar qué cifra de sucursales que desaparecerán este año. «La red de oficinas es algo dinámico pero la tendencia es que haya una reducción del número de oficinas conforme avanza el proceso en el que los clientes prefieren interactuar con el banco con algo distinto a la sucursal», señaló Guardiola, que insistió en que el ritmo de ajuste lo marcará la velocidad a la que los usuarios se adapten a las nuevas herramientas que tienen a su disposición y también «lo que haga la competencia».