El Banco Sabadell no se ve ahora mismo como protagonista de una nueva fusión en el sector financiero español y prefiere afrontar las consecuencias derivadas del covid-19 por sus propios medios, aprovechando la oportunidad de ahorro de costes que también ha propiciado la pandemia, al acelerar el trasvase de clientes desde las oficinas físicas a los canales digitales. Un cambio de hábitos entre los usuarios que, entre otras cosas, permite a la entidad avanzar en sus planes de reducción de la red, por lo que este ejercicio cerrará 230 oficinas -de hecho, la mayoría ya no han abierto tras el confinamiento- frente a las 140 previstas inicialmente.

Así lo señaló ayer el consejero delegado del Sabadell, Jaume Guardiola, durante la presentación de los resultados semestrales de la entidad, en la que también dejó la puerta abierta a posibles ajustes en la plantilla. «Hasta ahora nuestra estrategia ha sido que los sobrantes por eliminación de posiciones se reubicaban a través de la absorción de contratas externas. Vamos a ver hasta qué punto éste va a seguir siendo el mecanismo o hay alternativas. Es algo que está por ver en la segunda parte del año», señaló el ejecutivo, al ser preguntado por posibles planes de prejubilaciones o de recortes de personal, sin descartar ninguna opción.

Este ajuste de costes, junto con la recuperación de la actividad comercial, son los dos grandes ejes en los que pretende centrarse la entidad en los próximos meses para hacer frente a las consecuencias de la pandemia, que, de momento ya han provocado una reducción del beneficio de la entidad del 72,7% en el primer semestre, hasta los 145 millones de euros, tras dotar 1.089 millones de euros en provisiones por el impacto del covid-19 en la evolución económica. Guardiola reconoció que en los próximos meses deberán realizar nuevas dotaciones, pero aseguró que serán de menor importe, por lo que descartó que la entidad pueda cerrar el ejercicio con pérdidas. Una suerte que no tendrá la filial británica del grupo, el TSB, que ya anotó unos números rojos de más de 70 millones de euros hasta junio, que no conseguirá revertir antes de final de año y que el ejecutivo vinculó a la caída de los tipos en el Reino Unido y a las medidas adoptadas por el Gobierno para proteger a los consumidores durante la pandemia, que han recortado los ingresos por comisiones.

En este contexto, y preguntado insistentemente por los periodistas, el consejero delegado del Sabadell reconoció que, «en mercados maduros y con presión sobre la cuenta de resultados, tiene sentido una fusión desde el punto de vista industrial, para ganar escala y rentabilidad». Sin embargo, rechazó en todas la ocasiones la posibilidad de que el banco se embarque en una de estas operaciones: «Estamos concentrados en hacer frente a una situación económica compleja, para la que estamos preparados, pero que nos ocupa el 100% del tiempo», aseguró, aunque reconoció que ve con «cierta normalidad» que todos les incluyan en las quinielas.

Las especulaciones sobre una posible fusión se habían disparado después de que el pasado lunes el consejero delegado de Bankia, José Sevilla, abriera la puerta a una posible integración.

Digitalización

Dentro de esa estrategia para afrontar las consecuencias del covid-19, Guardiola destacó la oportunidad que supone el aumento de usuarios de los canales digitales del banco, lo que permitirá concentrar el trabajo de las sucursales en tareas comerciales y derivar la mayor parte de la operativa a los canales remotos, lo que facilita los recortes de red y el ahorro.