No es la primera vez que esto sale a relucir pero, sigue siendo un tema actual y del que debemos estar preocupados: tenemos falta de talento, falta de formación tecnológica en nuestro país.

Sí, así es. Después de décadas donde el único debate relevante a nivel educativo era si religión sí o religión no, si impulsar la escuela concertada o la pública; y tras infinitas reformas educativas a las espaldas, solapadas unas con otras a modo de contrarreforma, podemos afirmar que ostentamos un déficit formativo que nos ha relegado claramente a las últimas posiciones educativas a nivel mundial.

Nos estamos quedando atrás en la revolución digital que el mundo vive hoy y por tanto, no estamos avanzando en la transición hacia una economía del conocimiento como hacen otros países.

Siempre tomamos como referencia los países nórdicos y bálticos, como Finlandia, porque están a la vanguardia con grandes programas formativos elogiados en medio mundo, y en España estamos en el lado opuesto.

Pero ¿qué podemos hacer?

Hay que darle un nuevo impulso a la formación desde este mismo instante. Es obvio que necesitamos un plan estratégico con medidas tanto a corto como a largo plazo. Se trata de una emergencia nacional.

La España del futuro tiene que comenzar su transformación hoy, necesitamos proyectar un cambio estructural que nos haga virar de la economía de servicios, hacia la economía del conocimiento.

A largo plazo, estamos hablando de que los cambios en la educación reglada son una inversión generacional, y por ello hay que establecer las bases de lo que va a ser la siguiente generación y para ello incluir en los programas formativos puntos de vanguardia, de innovación y que fomenten el conocimiento digital y tecnológico independientemente del género.

Pero a corto plazo, también hay que actuar desde ya mismo, con mecanismos para reciclar a toda ese grueso del mercado laboral que abulta las listas del paro porque carecen de una preparación actualizada a esta nueva economía del conocimiento.

Una vez más, la educación y el conocimiento se convierten en el centro y en el origen del éxito del futuro, el éxito como país y el éxito de las inversiones en los próximos tiempos. Con esta situación y el panorama que vivimos, nuestra educación debe ser tratada como una emergencia nacional para que esa emergencia no se convierta en un fracaso nacional.