Es el momento de las cooperativas. Las dificultades provocadas por la pandemia pueden convertirse, precisamente, en el dinamizador perfecto para que prosperen estas alianzas económicas en nuestra sociedad. Así lo destacaron diferentes miembros del sector que se citaron el pasado miércoles en el desayuno informativo «El cooperativismo: un modelo empresarial de futuro centrado en las personas», celebrado en las instalaciones del Club Diario Levante para debatir acerca de las posibilidades que ofrece este modelo de negocio y los retos a los que se enfrenta.

El acto, que contó con el patrocinio de Caixa Popular y fue organizado por Levante-EMV, reunió sobre la mesa a diferentes miembros del tejido empresarial cooperativo valenciano como ; Teresa García, directora general de Emprendimiento y Cooperativismo de la Generalitat; Emilio Sampedro, presidente de la Federación Valenciana de Empresas Cooperativas de Trabajo Asociado (Fevecta); Emili Villaescusa, presidente de la Confederación de Cooperativas de la Comunitat Valenciana (Concoval); Ramón Rodríguez, presidente de Sorolla Grupo Educativo; Rosa Reig, una de las fundadoras de Joanrojesky Estudio Creativo; Lourdes Falcó, presidenta de la Cooperativa Agraria San Isidro de la Vall d’Uixó, y Paco Alós, director de RSC y Relaciones Institucionales de Caixa Popular. La jornada fue moderada por el periodista de Levante-EMV Julio Monreal.

«En un momento de inestabilidad derivado de la crisis de la covid-19, las cooperativas se consolidan como una oportunidad de negocio. Son las empresas del futuro», recalcaba Emilio Sampedro (Fevecta).

Uno de los aspectos más destacados del sistema cooperativo es, según se apuntó, la capacidad de adaptación en tiempos de dificultad, un valor que destacó Emili Villaescusa,presidente de la Confederació de Cooperatives: «Durante las crisis, brillamos porque somos muy resilientes, Y fuera de las crisis, también». Pero esta adaptación tiene un elemento primordial, las personas: «No queremos que nadie se vaya y preferimos ajustarnos el cinturón», aseveró Villaescusa.

Como detalló Sampedro, las cooperativas «ponen el capital al servicio de las personas y no al revés». Este es el caso de Caixa Popular. Paco Alós, su responsable de relaciones institucionales, reveló que durante el confinamiento «la entidad dejó de cobrar 1,5 millones de euros en comisiones en las cuentas y TPV» para favorecer a sus clientes. En esta línea, Alós puntualizó que «la felicidad en el trabajo es la primera de nuestras claves» y que «si el socio es feliz, se transmite y la cuenta de resultados también es feliz». Según Alós, «igualdad, preocupación por el entorno, distribución justa de la riqueza y otros son los valores del cooperativismo».

Por su parte, Rosa Reig, una de las fundadoras de Joanrojeski Estudio Creativo, cuenta que desde su cooperativa tratan de asegurar que «el cliente sepa que trabajamos con cooperativas de confianza».

Alós aludió a la ética y a los valores en los que se basan los modelos cooperativos. Estos, según el responsable de Caixa Popular, «están en el día a día de la sociedad y en todos los sectores».

«El cooperativismo se originó para corregir las desigualdades que surgieron del modelo nacido en la revolución industrial», recordó Teresa García, directora general de Cooperativismo en la Generalitat Valenciana.

Los ponentes coincidieron en la convergencia de la filosofía cooperativa con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), impulsados por Naciones Unidas. La deontología de este modelo de negocio, según los expertos, ha tratado de cumplir históricamente con esos objetivos desde que se originó esta fórmula empresarial.

Por ello, Villaescusa incidió en que «cuando se hable de responsabilidad, se debe hacer mención del modelo cooperativo porque es el origen». Por otro lado, Sampedro indicó que el cooperativismo cuenta con múltiples ventajas frente a otros modelos empresariales, como «mayor creatividad, libertad y estabilidad», mientras que García destacó que «las empresas que siguen una fórmula cooperativa tienen una mayor perdurabilidad en el tiempo».

Este modelo cuenta, además, con una serie de beneficios fiscales. «Contamos con un tipo impositivo del 20 % frente al 25 % de las empresas mercantiles», apuntó Sampedro. Una tasa que puede reducirse al 8 % si se sigue una serie de parámetros como, por ejemplo, no exceder de un número de trabajadores estipulados por ley. Pero esta no es la única ventaja. «Somos la única sociedad mercantil que puede elegir el régimen de seguridad social de sus socios», aseveró Sampedro.

Todo ello justifica que el cooperativismo es un modelo con un gran peso en la Comunitat Valenciana. Según García, en todo el territorio valenciano existen 2.500 cooperativas, de las que el 80 % son microempresas de 2 a 10 trabajadores. Un perfil que, según Villaescusa, demuestra «la diversidad de cooperativas en la Comunitat que aportan gran riqueza».

Un modelo interdisciplinar

Pero el cooperativismo es, además, un sistema que se puede implementar en múltiples ámbitos. Uno de ellos es el agrario. En este sentido, Lourdes Falcó, presidenta de la Cooperativa Agraria San Isidro de la Vall d’Uixó, apuntó que estas empresas se encuentran «muy arraigadasa las localidades» y se conocen muy bien «sus problemas». Para ella las cooperativas ejercen un papel de proveedoras de servicios: «Nos hemos tenido que reinventar para que la gente tenga todo tipo de suministros, sobre todo en los municipios pequeños, donde la cooperativa agrícula es la principal empresa, si no la única». De hecho, según apuntó Falcó, todos los beneficios que obtienen de manera local los repercuten «en la población de sus municipios».

Ramón Rodríguez, presidente de Sorolla Grupo Educativo, por su parte, incidió en que «el modelo cooperativo cuadra muy bien con la enseñanza». Uno de los motivos, detalló, es que los educadores están integrados «no solo en la enseñanza académica, sino también en valores». Una peculiaridad intrínseca al ideario cooperativista. Como docente, apuntó que «es necesario explicar en qué consiste el modelo cooperativo educativo».

Los retos del sector

A lo largo del encuentro, los expertos expusieron también los diferentes retos a los que se enfrenta el modelo cooperativo. García destacó la necesidad de ganar fuerza y competitividad, así como de potenciar el emprendimiento.

Mientras, Falcó advirtió de un «problema generacional». Los jóvenes, según insistió, desconocen el funcionamiento de este tipo de empresas y, como consecuencia, existe una carencia respecto al número de jóvenes que apuestan por ellas.

Asimismo, Villaescusa hizo hincapié en la necesidad de «más visibilidad». De igual modo, Sampedro destacó ciertas dificultades en el registro de las cooperativas. Además, Reig reivindicó la concesión de ayudas fiscales «cuando se crean estas empresas y en los primeros años de las mismas». Y Sampedro apostó por el mantenimiento «de la tarifa plana a los autónomos», así como menos trabas a la hora de convertir en cooperativas empresas en disolución para su rescate. No obstante, apuntó que actualmente se están atendiendo las reivindicaciones» y que tanto la administración autonómica como la estatal son sensibles.

Teresa García, por su parte, avanzó que la Ley de Cooperativas, aprobada en 2015, sufrirá diversas modificaciones que han sido consensuadas con la comunidad cooperativa. Estas, según García, intentarán optimizar las condiciones de este modelo de negocio y corregir las deficiencias que los ponentes señalan. Se espera que esta modificación entre en vigor a finales de 2021.

Un modelo que se ajusta «como un guante» a los nuevos negocios

Las cooperativas se adaptan «como un guante» a modelos de negocio de los nuevos tiempos: cooperativismos de plataforma, comunidades energéticas locales, agrupaciones de consumidores, coliving, cohousing... En esta línea Sampedro expuso la aparición de diversos modelos empleados por plataformas digitales que suelen tener detrás multinacionales y que sobrecargan a los trabajadores». Puso como ejemplo el caso de los riders, repartidores a domicilio, para los de reivindicó modelos cooperativos que aseguren «un trabajo digno y que las ventajas se repartan entre los empleados». Estos nuevos modelos también encajan a la perfección en las áreas de electricidad y vivienda, donde es relativamente fácil extender las ventajas a la comunidad de socios.

Los ponentes destacaron el papel de las cooperativas de segundo grado, las estructuras de «cooperativa de cooperativas». Ejemplo de este modelo es Caixa Popular, una empresa formada por 160 pequeñas cooperativas sobre el modelo vasco de la Caja Laboral que hoy accede a recursos tecnológicos avanzados, por ejemplo, gracias a la intercooperación con la red de Cajas Rurales.

En este sentido, Rosa Reig destacó el valor y la necesidad de la intercooperación para garantizar el éxito de este modelo. «Nos hemos dado cuenta de que las pequeñas empresas podemos intercooperar para crear proyectos más grandes».

Y es que, según Villaescusa, «las coperativas quieren cooperar, no competir, ni absorber a otras». Emilio Sampedro, asegura que«no se ha demostrado que el tamaño de una empresa implique una mayor rentabilidad. Lo que importa es gestionar con eficacia». Cooperativas como Consum y Anecoop están en la cima, pero junto a muchas pequeñas.

Por otro lado, Alós destaca que «el cooperativismo es un modelo que las empresas de capital ya están copiando». «Nuestros valores están tan arraigados que el hecho que las mercantiles los adquieran es casi intrusismo», expuso Ramón Rodríguez.

Y ese modelo atrae cada vez más a los jóvenes como Rosa Reig y sus tres socios del estudio, «porque da más libertad, garantiza el funcionamiento democrático en las decisiones y permite abordar retos con la intercooperación con otras entidades como la tuya».