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El debate de la tasa turística inquieta al sector a las puertas de la recuperación

Cataluña pierde visitantes pero aumenta el gasto desde que adoptó la medida en 2012

Una pareja recorre con sus maletas una zona cercana a la playa de Poniente de Benidorm, este pasado mes de agosto. | DAVID REVENGA

El lío está servido. El cambio de equilibrios que se está gestando entre los socios del Botànic desde la llegada de Héctor Illueca a la vicepresidencia segunda de la Generalitat ha puesto al turismo valenciano en el centro de una batalla política justo cuando el sector comenzaba a reactivarse e incluso se atrevía a hablar de recuperación tras la época más negra de su historia.

Compromís y Podem se han aliado para reclamar la imposición de una tasa turística en los próximos presupuestos autonómicos que grave las pernoctaciones de viajeros en establecimientos hoteleros y cuya recaudación se destine a ayudas para vivienda de jóvenes valencianos. Como era de esperar, el sector se opone frontalmente a esta medida y el PSPV también la ha rechazado por considerar que se plantea en un «momento inoportuno» por el impacto que la pandemia ha tenido en toda la cadena de valor turística.

La medida no es ninguna novedad en Europa y ni siquiera en España, donde está implantada en Cataluña y en Baleares. Y ese es uno de los argumentos esgrimidos por la vicepresidenta Mónica Oltra durante sus apariciones de esta semana en defensa del nuevo impuesto. «Nadie deja de ir a París, a Bruselas o a Mallorca por pagar dos euros por la noche de alojamiento», defendió. Sin embargo, no existen estudios fiables sobre el impacto que tiene esta medida en el comportamiento del turismo que avalen esta afirmación.

Los ejemplos vecinos

En Cataluña, donde la tasa turística está vigente desde 2012, los propios datos del Instituto de Estadística autonómico recopilados por este diario señalan que el número de visitantes sí que se ha reducido desde la puesta en marcha de la tasa. En concreto, de 2012 a 2019 se registra una caída de algo más de un millón de turistas, si bien creció en los tres primeros años desde su imposición y cae desde entonces.

Pese a que retrocede en cantidad, el perfil del viajero extranjero en Cataluña ha variado durante ese plazo: el gasto total del turismo en la autonomía se ha disparado de los 12.000 millones a los 21.000 millones en nueve años y el gasto medio por persona ha crecido también de 860 a 1.100 euros.

En Baleares, por su parte, la tasa está en marcha desde 2016 por lo que el tamaño de la muestra es menor. En cualquier caso, el número de visitantes no ha cesado de crecer desde que existe este recargo autonómico, que además es uno de los más caros de toda Europa.

Pero los hoteles, los principales afectados por esta medida de la que no se conoce todavía el detalle, rechazan este tipo de comparaciones con otras ciudades o regiones. Nuria Montes, secretaria general de la patronal hotelera de la Comunitat Valenciana, es clara al respecto en declaraciones a este diario: «Es una falacia. Ojalá la Comunitat Valenciana fuera París, Cataluña o incluso Baleares, pero no lo somos. Aquí no tenemos ese margen», reflexiona.

Montes amplía que en la capital francesa el impuesto es «municipal» y que además «se destina íntegramente a la recuperación del patrimonio, que es precisamente uno de sus atractivos turísticos. Es decir, revierte en el sector», aclara.

Sobre la tasa catalana, señala que esta región juega con la ventaja de disponer de un icono turístico como Barcelona, que genera el 80 % de los casi 30 millones de visitantes que reciben al año. Y sobre el modelo balear, la directiva de Hosbec lamenta que el sector valenciano no tiene «ni el volumen de turistas, ni el precio ni la estacionalidad» de la que gozan las islas. «Cuando la Comunitat se acerque a sus precios, que ahora están un 40 % por debajo, podremos hablar de asumirlo. Pero en una coyuntura como la actual lo acabaríamos pagando nosotros», alerta Montes, que da por hecho que los hoteles serían los que cobrarían la tasa y la liquidarían trimestralmente.

Más de 150 ciudades europeas gravan a los visitantes

La tasa turística es una medida ampliamente instaurada en la UE. Según la recopilación del buscador ‘Liligo.com’, son más de 150 ciudades de una veintena de países las que han implementado algún tipo de recargo al visitante, en especial las más turísticas. París, Ámsterdam, Berlín, Viena, Venecia, Atenas, Lisboa...todas gravan al visitante, aunque las fórmulas y precios varían. Algunas optan por cobrar un importe fijo (entre 1 y 3 euros) y otras, un porcentaje.

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