Agricultura de precisión con drones e insectos

Pedro Lucas y David Blanco

Pedro Lucas y David Blanco / l-emv

Ramón Ferrando

Ramón Ferrando

La valenciana Niufly está revolucionando el cuidado de los campos de cultivos con la utilización de drones que permiten una agricultura de precisión. La empresa utiliza medios aéreos a pequeña escala para tratar los cultivos con productos bioestimulantes y fitosanitarios. La compañía, cofundada por Pedro Lucas y David Blanco, nació en 2022 tras la fusión de las firmas Flydronair y Beniu. Flydronair ganó la última edición del premio a mejor startup foodtech/agrotech (sector agroalimentario) de los VLC Startups Awards, galardón impulsado por el Ayuntamiento de València a través de València Activa. La firma tiene cuatro trabajadores y este año prevé facturar 100.000 euros. Niufly ha entrado en el programa de Lanzadera, aceleradora del presidente de Mercadona, Juan Roig, con sede en la Marina de Empresas de València.

Las plagas son una de las principales preocupaciones de los agricultores valencianos. Un ejemplo es la del cotonet que afecta a los frutales de hueso (desde las naranjas hasta los caquis). Los agricultores utilizan en ocasiones insectos como el anagyrus, un mosquito con seis patas que actúa como depredador del cotonet (una plaga vegetal que provoca malformaciones en la piel de los frutos y complica su venta). Niufly utiliza insectos (la compañía se niega a revelar cuáles) para realizar este tipo de tratamientos, pero de forma selectiva. «Somos la primera compañía española de tratamientos con organismos biológicos que utilizan drones», asegura Pedro Lucas.

Los clientes de Niufly son los propietarios de explotaciones agrícolas y la Administración. La firma es una de las ocho empresas españolas autorizadas para trabajar con productos fitosanitarios utilizando drones. «Conseguimos un ahorro del 90 % del agua y del 30 % del producto» gracias a la agricultura de precisión, afirma el cofundador de la compañía.

La empresa emplea los drones para analizar las zonas de trabajo. «Montamos sensores en la parte inferior del dron y generamos mapas de información. Con esos datos decidimos cómo se ejecuta el trabajo. Nuestros tratamientos son selectivos y variables», apunta el cofundador de Niufly.

Los drones de Niufly utilizan depósitos de entre ocho y diez litros. La compañía (con equipos en la Comunitat Valenciana y Galicia) trabaja en campos de cítricos, frutas de hueso o viñedos. «Son superficies medianas y grandes, que es lo que hace rentable el uso del dron. Trabajamos a partir de 30 hectáreas y podemos llegar hasta 800 hectáreas», indica Pedro Lucas. La compañía rechaza comentar cuánto cuesta un tratamiento medio y alega que influyen diferentes variables. La firma incide en que su propuesta de valor permite optimizar costes y reducir el impacto ambiental al tratarse de tratamientos de los cultivos selectivos.