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El 'garrofó' reivindica su denominación de origen

El cultivo de la legumbre típica de la paella valenciana se ha reducido un 75 % en las últimas décadas por las importaciones masivas. El sector, con escasos productores, se organiza para impulsar la variedad auténtica

J. M. López

Mientras productores y restauradores luchan por preservar el ‘garrofó’, ese elemento tan esencial para elaborar una buena paella valenciana, frente a opciones baratas y de peor sabor, el cultivo de esta leguminosa típica en explotaciones hortícolas del territorio durante otros tiempos afronta en la actualidad un futuro incierto. En estas últimas décadas se ha reducido en un 75 % la superficie cultivada debido a las dificultades para competir con las importaciones procedentes de países de centroamérica como Perú o Ecuador, así como de India.

El ‘garrofó’ que producen los agricultores valencianos requiere unos complejos cuidados durante casi diez meses al año. «Un trabajo con muchos costes de explotación y que no puede competir con los precios inferiores de otros países» explica David Bosch Langa (Tavernes de la Valldigna, 1977), recién elegido presidente de la Associació de Productors del Garrofó Valencià. Esta entidad fue constituida en 2019 para aglutinar a productores locales que apuesten por esta leguminosa autóctona y poner en marcha una marca de calidad. Este defensor de las esencias autóctonas de verduras y hortalizas, emprendedor y propietario de l’Horteta de Greta, explotación ecológica con tienda física y ‘online’ ubicada en Corbera, se propone superar las barreras que han dejado bajo mínimos la producción de la legumbre tan característica en Valencia.

Releva en el cargo a Toni Montoliu, veterano agricultor de l’Horta Nord y gerente de la Barraca de Montoliu, en plena huerta valenciana, que pasa a ser vocal.

Prueba de autenticidad

El primer objetivo que se propone David Bosch, miembro de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), es profundizar en el estudio, caracterización y divulgación de las tres principales variedades autóctonas del ‘garrofó’: ‘pintat’ (pigmentado de rojo-morado), ‘de la cella’ (con marcas en un solo lado) y ‘ull de perdiu’ (llamado así porque popularmente se dice que se parece a los ojos de una perdiz). O sea, que la próxima vez que compre ‘garrofó’ para la paella preste atención a los detalles. Si el que le ofrecen tiene esas manchas desiguales rojizas oscuras, entonces ha tenido usted suerte.

Bosch quiere superar barreras de entrada que frenan la incorporación de otros posibles productores locales. Y es que, para garantizar el éxito en la producción autóctona, deben respetarse unas técnicas de cultivo y una intensa dedicación laboral. Una explotación de auténtico ‘garrofó’ requiere una estructura de cañas e hilos tan ligera como resistente a las inclemencias climáticas capaz de sostener las ramas, frondosas en hojas y vainas. Las labores de preparación del suelo, eliminación de malas hierbas y podas complican su ciclo de labranza, limitado por el clima a las comarcas litorales del Mediterráneo, cuya recolección se realiza en los meses de julio y agosto.

«¡Pero vale la pena!», sostiene el nuevo dirigente de la asociación, quien dejó el sector inmobiliario tras el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008 y optó por esta actividad hortofrutícola.

La legumbre de los arroceros, lista ya para cocinar. Es un tipo de alubia de tamaño bastante superior al resto, menos abombada y bastante plana | EMV

Frenar las importaciones

«La pervivencia del ‘garrofó’ se ve amenazada por las importaciones masivas de legumbres foráneas, si bien la demanda del producto autóctono es elevada en determinados canales de comercialización como las tiendas de proximidad y mercados municipales. El problema para nuestras ventas son las restricciones de movilidad y la pérdida de clientes en el canal de restaurantes y hoteles», explica David Bosch desde su huerto de Corbera.

En su opinión, un posible proceso de recuperación de este cultivo tiene que venir del impulso de los principales canales de distribución, que son los supermercados e hipermercados, ya que optan por las importaciones debido a la falta de oferta y a los precios más competitivos. «El sector necesita encontrar clientes que garanticen unos precios dignos y que promocionen un producto con Denominación de Origen», destaca David Bosch.

«Sin variedades autóctonas no hay paellas auténticas», sostiene este productor de ‘garrofó’. A través de su promoción, en la que ya colabora la Estación Experimental Agraria de Carcaixent, el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) y la Universitat Politècnica de València, la asociación pretende poner en valor las cualidades organolépticas de estas variedades frente a la alubia más consumida, que llega congelada del exterior y se caracteriza por una textura más arenosa y un sabor menos intenso.

Crear una marca de calidad y posteriormente una Denominación de Origen (DO) Comunitat Valenciana ayudará a «dignificar» este producto autóctono, según Bosch, y facilitará a los consumidores su identificación en los lineales de los puntos de venta. De ello también se encargarán los responsables de la nueva junta directiva de la citada asociación del ‘garrofó’: Regina Monsalve, presidenta del Colegio de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Valencia y Castelló; Salvador Soler, profesor de Biotecnología de la Universitat Politècnica de València (UPV), así como los técnicos agrónomos Ángela Gimeno y Félix Gimeno .

Además, otros agricultores, cocineros y personas preocupadas por la pérdida de esta legumbre han decidido impulsar esta iniciativa de carácter promocional y divulgativo. En España apenas quedan 100 hectáreas en comarcas valencianas como La Ribera, l’Horta y Camp de Túria. ¿Cómo aumentar su consumo? Aunque su uso esté muy limitado a la paella o al arroz caldoso de pollo y conejo se podría utilizar en ensaladas, guarniciones de carne y otros guisos. Habrá que ver. Sería una garantía para su supervivencia.

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