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Carrera contra el crono en las obras

Las constructoras pisan el acelerador con horas extras en festivos para cumplir el plazo de entrega de los pisos en un año marcado por los retrasos por la pandemia, la falta de mano de obra y las lluvias.

Obreros en un edificio en construcción en València. | J.M. LÓPEZ

Las constructoras se han visto obligadas a pisar el acelerador para cumplir los plazos de entrega de las viviendas en un año marcado por el confinamiento de primavera, la falta de mano de obra y las lluvias. Un incumplimiento del compromiso de entrega permite a los clientes resolver unilateralmente el contrato, un escenario temible si el número de renuncias es muy alto. Algunas inmobiliarias están calmando los ánimos con el regalo de los electrodomésticos de la cocina que no venían incluidos en la compra (nevera, lavadora y lavavajillas). ASG Homes incluso cambió de constructora a mitad de obras en su proyecto de Malilla por las demoras de la primera adjudicataria a la que acusó de negligencia. Un problema añadido es que el incremento de los costes de construcción se está comiendo parte del beneficio de las inmobiliarias por los retrasos acumulados.

Los proyectos en marcha ya nacieron con retraso por la lentitud de los ayuntamientos en conceder las licencias de obras, que en el caso de València ha provocado demoras de hasta 18 meses. Miguel Esparza, director general de Urbem, lamenta que en 2020 se ha juntado la pandemia (que prácticamente paralizó la producción en primavera) y lluvias muy intensas, situación que ha forzado a muchas empresas a acelerar los trabajos en fin de semana con el sobrecoste que supone el pago de horas extras. «Muchas de las personas que están trabajando los fines de semana provienen de subcontratas. Son de oficios muy especializados», asegura.

Josep Albors, secretario general de CC OO de Construcción y Servicios del País Valencià, explica que el problema es que «hay poca mano de obra especializada y eso ha provocado un retraso en las obras. No hay trabajadores especializados porque los obreros rehuyen del sector tras la mala experiencia del boom de la construcción de hace quince años». Antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, muchos profesionales especializados se animaron a montar grandes cuadrillas de electricistas, cristaleros o pintores y se arruinaron tras el colapso del sector por los impagos de las constructoras. Eso ha provocado que ahora las cuadrillas sean muy pequeñas y falten profesionales. «En 2008 se pagaba muy bien y se iba a destajo. Hoy los salarios no son tan buenos y hay un exceso de subcontratación», subraya el representante de CC OO. «El trabajo en festivos es generalizado, aunque se da sobre todo en las grandes ciudades valencianas», asegura.

Uno de los casos más evidentes de los retrasos en València es el del proyecto Torre Iberia de ASG Homes. La inmobiliaria comunicó en febrero de 2020 a sus clientes que ante una serie de «hechos fortuitos acontecidos a consecuencia de una actuación negligente e impropia de la constructora inicialmente contratada» se habían visto obligados a adjudicar las obras a otra empresa. Este problema obligó a la promotora a reprogramar los plazos de entrega. La cara ‘b’ son los clientes, que quieren cuanto antes su casa. Sara Cañada, que reservó una vivienda en Torre Iberia en noviembre de 2019, lamenta el perjuicio económico y la incertidumbre sobre la fecha de entrega. «Me dijeron que la tendría a finales de este trimestre, pero ahora no se arriesgan a darme una fecha. Noviembre es el tope máximo y a partir de ese momento podríamos resolver el contrato. A mí me supone un perjuicio porque estoy pagando 700 euros de alquiler», advierte. Los trabajos de la promoción ya están en su fase final. Desde ASG Homes apuntaron: «Lamentamos profundamente los retrasos sufridos en el edificio Torre Iberia. Para su desarrollo fue contratada una constructora que no cumplió los plazos comprometidos e incurrió en otros incumplimientos del acuerdo establecido. Tras ello, se decidió rescindir el contrato y contar con el Grupo San José que, desde entonces, ha impulsado el desarrollo del proyecto con un cumplimiento óptimo de los plazos marcados. Hemos llevado a cabo diferentes formas de compensación con los compradores afectados por estos meses de retraso».

Las grandes promotoras nacionales impulsadas por fondos o cotizadas en bolsa obtienen un beneficio de entre el 16 % y el 18 % por la ejecución del proyecto. El problema es que en València se han topado con los retrasos de la concesión de licencias de obras que han llegado a alcanzar los 18 meses. Las promotoras tienen que vender al menos un 50 % de las viviendas antes de comenzar las obras para obtener la financiación bancaria y deben respetar el precio a los compradores. En ese contexto, los costes de construcción han subido un 17 % en los dos últimos años y medio por la falta de mano de obra (que obliga a pagar mejores salarios a las cuadrillas). Una parte de las inmobiliarias ha asumido el sobrecoste para no tener problemas con los plazos de entrega y no pagar penalizaciones a sus clientes.

El problema de la falta de mano de obra se ha agravado porque ahora mismo hay más de cien promociones en marcha. La fiebre inmobiliaria que vive València tras una década de parálisis por el estallido de la burbuja inmobiliaria ha impulsado la construcción de 5.267 viviendas. El distrito de Quatre Carreres concentra casi la mitad de los proyectos en desarrollo con más de 2.400 viviendas. Nueve promotoras acometen más del 63 % de la oferta de viviendas de la ciudad. Neinor Homes es la más activa con el 10,78 %, seguida de Aedas Homes (10,2 %), Vía Célere, Momentum Reim, Hábitat Inmobliaria, AQ Acentor, Kronos Homes (que levanta el rascacielos de Bofill), Prygesa y Metrovacesa.

Miguel Esparza subraya los sobrecostes que conllevan las horas extras. «El sábado se considera festivo y puede implicar el pago de hasta un 50 % más. Las promotoras exigen a las constructoras que cumplan el contrato y estas apretan a las subcontratistas», explica el director general de Urbem.

Sin especialistas

Jordi Torrijos, arquitecto y director de Estudio Campanar, insiste en que el principal problema es el de la falta de especialistas. «Hay oficios muy especializados que no dan a basto y tienen que trabajar los fines de semana. Pasa con los ‘escaleros’, que son profesionales que saben hacer escaleras con bóveda de ladrillo. Es un oficio que pasa de padres a hijos y hay muy pocos. Las nuevas exigencias de eficiencia energética también han provocado que sean esenciales los buenos fontaneros y carpinteros metálicos. De nada sirve comprar una ventana de triple cristal si después no tienes un buen profesional que sepa colocarla». Torrijos señala que las medianas empresas subcontratistas de entre 20 y 50 trabajadores están muy demandadas por el repunte de las obras

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