Vivimos una campaña repleta de humos y artificios como pocas se han visto desde la Transición. Una campaña en la que algunos partidos falazmente presentan a sus líderes nacionales cual candidatos de alcaldía en un intento por desviar la atención del respetable sobre la verdadera naturaleza y antecedentes de los equipos con los que pretenden gestionar los intereses de los vecinos. Lo que esconden otros son sus rancias siglas, manchadas de forma demasiado constante por turbios asuntos de corrupción. Muy pocos, hablamos de lo importante: ¿Qué pasa el día después del «día D» electoral?; ¿Cómo solucionar los problemas de corrupción, deficiente gestión e infrafinanciación que los valencianos llevamos décadas sufriendo? La Comunitat Valenciana más que nunca requiere de un cambio radical de rumbo, no podemos seguir siendo prolíficos creadores de titulares nacionales sobre corrupción y desvergüenza al «caloret».

Un cambio radical que no podrán ofrecer quienes sólo pretendan ocupar una poltrona para seguir manteniendo al PP en el poder. Tampoco los que rechazando un pacto con los desgastados populares, carezcan de líneas programáticas claras y comunes. Esto sólo se arregla con políticos valientes a los que no les tiemble el pulso erradicando el clientelismo imperante en la Administración autonómica y local. Políticos de reputación intachable, pertenecientes a formaciones intransigentes con la corrupción y transparentes. Es de ilusos pensar que quienes no son transparentes e intolerantes con la corrupción en sus formaciones políticas, vayan a caerse del caballo para serlo en las instituciones. Si el votante no hace todas estas reflexiones antes de decantar la suerte de esta hermosa tierra durante los próximos cuatro años, nos espera una panorama nada halagüeño. Lo importante, tras el humo y los fuegos artificiales, es lo que pasa el día después. Lo bueno es qué tiene la democracia ante esta encrucijada, es que dependemos de nosotros, somos dueños de nuestra libertad; acertemos o erremos, los valencianos tendremos lo que nos merecemos a partir del 25 de mayo.