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Un día con el aspirante socialista

El candidato Puig contra Ximo de Morella

Dieciséis horas de campaña dan para «lavar» la imagen de los valencianos, clamar contra el copago y viajar al «reino de Rus»

El candidato Puig contra Ximo de Morella

No hace mucho, se mudó desde la calle Corona a la del Rellotge Vell, en el corazón del barrio del Carme, detrás del Palau de la Generalitat. Allí, en un pequeño piso de alquiler, Ximo Puig (Morella, enero de 1959) instaló el campo base como para aclimatarse a la altura antes de intentar el asalto a la cumbre del Palau. Como para ir respirando la gloria de la Valencia de los gremios y oficios rotulados en el callejero, un guiño a la necesidad de economía productiva que tanto predica. En resumen, que además de comprar y vender, habrá que fabricar algo.

La esfera del Micalet marca las 8.30 cuando el candidato desafía los vuelos rasantes de las palomas que intentan distraerle de la idea obsesiva que quiere vender cada vez que habla para un micro con onda expansiva estatal: «el PP es un partido podrido por la corrupción», pero los valencianos son gente honrada y trabajadora. En el primer avituallamiento del día para tomar un café con leche en la Cervecería Mundo „que alude al mítico jugador del Valencia„, repasa notas con su directora de comunicación, Lydia del Canto. Puig llega justo a tiempo a la Cadena Ser para la entrevista con Pepa Bueno. Y coloca la cuña del «problema valenciano». En esencia, que esta tierra ha sido expoliada por la corrupción y el despilfarro, que a esa caja saqueada sólo se transfiere desde Madrid lo que un llaurador llamaría «el rebuig». Y que para pedir más hay que tener la legitimidad de gastar mejor.

En la sede de la ONCE, Esperanza y Lorena no entienden de sistemas de financiación. Saben que muchas economías de bolsillo no dan para copagos. Acaban de poner el tenderete para recoger firmas de la ILP contra el «copago confiscatorio». El candidato llega acompañado por Ana Carod, invidente y miembro de su ejecutiva, y por la número uno de la lista, María José Mira. A su lado monta el trípode Marc, un chaval de Morella, todoterreno en multimedia, enrolado en el equipo de campaña. Como pasó con los valencianos en Roma al llegar los Borja, la capital de Els Ports gana enteros en Valencia.

Tras los saludos oficiales en la ONCE, Puig se topa con Pepe Calaforra y Winka „una perra labradora de once años„, que muestran su curiosidad por el candidato que hoy les visita. A la chucha se la ve agotada. No puede ni mover la cola. Como los socialistas que llevan veinte años esperando un sorpasso en el Palau. Puig se dirige a su primer canutazo del día con la prensa. No ha pisado a la perra de milagro. El animalito lo mira como pensando: ¿por qué siempre me pisáis la cola los que no sois ciegos?

Un Eurojackpot de 90 millones

«En la primera reunión del Consell que presidiré derogaré el copago; es indigno que en una Comunitat que debe 40.000 millones, se carguen 8 millones a los mayores y personas con discapacidad», sentencia a cámara. Pues resulta, explica Pepe, que a la labradora negra la bautizaron como Winka porque la ONCE es en esto como la DGT: va matriculando las camadas por letras. Y a esta familia le tocaba la «w».

Ximo, María José y Ana se encierran con un centenar de personas afectadas por el copago con las que se comprometen a cumplir y consolidar la ley de dependencia. Puig clama por una Generalitat decente con un énfasis sólo superado por el alma que le pone la intérprete de signos. A la salida, una segunda tongada de periodistas se arremolina para el segundo canutazo. El canutazo es al periodismo lo que el arroz a la cubana a la gastronomía. Te saca de un aprieto y alimenta. A veces, y según quien y cómo „un Correa, Camps o Blasco a la puerta del TSJ„, hasta sabe a manjar.

Baltasar Campos es como una hoja de Excel andante. Está empapelado de números. Ximo se rasca el bolsillo y apuesta por el 12, 14, 30, 35 y 46 y un 5+9. No es el reparto de escaños del domingo; es el Eurojackpot. Están en juego 90 millones. Para que se entienda la magnitud: diez veces la deuda del PSPV; 1.364 veces más de lo que cobraría si lo eligen presidente de la Generalitat.

A bordo del coche y camino de la sede de Blanquerías, Ximo aparca al candidato y emerge el xicot de Morella que antes de que se inventara el GPS se grabó a fuego la máxima de Raimon «qui perd els orígens, perd la identitat», la única fórmula de eficacia probada contra el mal del desclasado, esa mutación genética 2.0 del imbécil de toda la vida. «Cuando te reúnes con la gente que más está sufriendo la crisis y los recortes es cuando ves de verdad que ser presidente puede servir para algo», se sincera Ximo. Aprovecha el trayecto para repasar la agenda y poner un «tuit». Vuelve el chip de candidato.

En su despacho de la cuarta planta de la sede hay más trajín que en una de esas casas céntricas de pueblo de antes en las que las vecinas entraban y salían sin peajes para traficar con perejil, tomates y noticias de sucesos, que son el otro perejil de todo pueblo. Puig toma notas con caligrafía de médico para una entrevista televisiva. El secretario de organización, Alfred Boix, hace cábalas con el «tracking» diario que se hace desde la segunda planta, ante la atenta mirada del candidato, que preside la portada de El problema valenciano tiene solución. Exhaustos de ofrendar nuevas glorias a España, su libro de recetas contra la crisis y la corrupción. Los siete ejemplares del libro tienen la dedicatoria escrita. Ninguna se repite. Ximo no hace mucho caso a los test demoscópicos diarios.

La montaña de papeles del ala oeste de la mesa ovalada entierra el libro Aristóteles y un armadillo llegan a la capital, de Thomas Cathcart y Daniel Klein, sobre las mentiras de los políticos contadas con humor. Puig lo recomienda por instructivo. A las 13.30, en la azotea del edificio, el candidato explica a Tele 7 que casi es tan nociva la hipoteca ética y moral como la económica. La segunda parte de la entrevista se rueda en la primera, luego sigue en la calle y después llega TV3. La comida es liviana y se aprovecha para ir organizando el mitin de la plaza de toros. «Vendrán mis padres, de 84 y 79 años», cuenta orgulloso. Un wasap le borra la sonrisa: ha muerto Armando Vericat, número 6 de la candidatura socialista de Traiguera.

El autobús de campaña, rotulado con el lema «Lo vamos a arreglar/ Anem a arreglar-ho», parte hacia Xàtiva, declarada por Fabra zona políticamente catastrófica tras el terremoto Rus. Lydia, Marc, Ana y Clara, del equipo de prensa, acompañan a Ximo. Levante-EMV aprovecha el trayecto para entrevistar al candidato, constata que hay buen ambiente en el vestuario, que se diría en fútbol, y cómo a menudo los consejos profesionales de los asesores chocan con la naturalidad del candidato. Y eso que el equipo, liderado por la estoica y paciente Lydia, rebaja sus pretensiones. «Yo sé que para fijar el mensaje tengo que repetirlo en todos los sitios, pero te cansas de escucharte; hay que cambiar el tono y los registros según dónde y a quién te dirijas», dice el periodista que Ximo siente todavía dentro.

Con diez minutos de retraso y escoltado por la policía local del reino de Rus, el autobús aparca frente al Gran Teatre de Xàtiva, donde aguardan 800 personas, entre ellas el candidato a alcalde Roger Cerdà y 23 aspirantes más de la comarca. Es el estreno de las 13 letras que sobre el escenario componen el lema «Ximo president». «Si vau plantar cara a Felip V, diumenge podeu plantar cara al PP», proclama el Puig, mientras Marc hace un paréntesis entre un tuit, dos fotos y tres tomas para certificar que su Barça ya está en la final de Berlín.

Tras una lluvia de selfies, fotos, besos y abrazos, la expedición deja atrás la ciudad socarrada por las tropas de Felipe V.

Pasadas las 23.35, el bus aparca frente a la sede de Blanquerías. Ximo desoye de nuevo la recomendación de sus médicos electorales „Lydia y Marc„ y al final convence a todos para picar algo antes de retirarse. Mañana, a las nueve hay entrevista en la Cope. A punto de disolverse la comitiva, el móvil de Ximo registra una llamada. La pantalla dice: «José Luis». Es Zapatero, que ha actuado en Plasencia, y quiere comentar las jugadas del día con su amigo Ximo.

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