Tras la caída del Telón de Acero que durante veinte años separó del Palau de la Generalitat a las fuerzas progresistas, y superada la tensión de guerra fría que siguió al 24-M sobre quién presidirá el nuevo Consell, ayer empezó el proceso de deshielo entre PSPV, Compromís y Podemos en busca de una coexistencia pacífica que siente las bases para alcanzar dos objetivos: asegurar la elección de un presidente progresista el próximo 11 de junio y conformar un Consell de izquierdas inmediatamente después.

La primera toma de contacto a tres bandas, mantenida a instancias de Podemos en una sede neutral de la Universitat de València (un despacho de la cuarta planta de la Fundació Adeit, con placa inauguradora de Eduardo Zaplana en el vestíbulo como testigo mudo de una época que empieza a amarillear), funcionó ayer en dos planos. En el terreno simbólico, el encuentro de hora y media sirvió para escenificar en público, por primera vez desde las elecciones, la imagen de la unión. La ansiada foto, con Ximo Puig, Mònica Oltra y Antonio Montiel juntos, sonrientes y con las manos entrelazadas en señal de unidad y sintonía, trataba de disipar fantasmas postelectorales de una forma eficaz. Casualidad o astucia, Puig quedó en el centro de la foto.

En el campo de lo concreto, de los acuerdos alcanzados, los tres partidos acordaron formar una comisión trilateral de diálogo que empezará a reunirse a partir de mañana. Cada uno de los tres partidos designará a sus miembros en ella. También pactaron los cinco ejes programáticos en torno a los cuales van a consensuarse las líneas estratégicas del futuro gobierno autonómico. Estas áreas son: un plan de choque contra la pobreza y a favor del «rescate de personas»; la lucha contra la corrupción y por la regeneración democrática, con una mayor participación; el cambio de modelo productivo con un sello de sostenibilidad; una apuesta por dignificar los servicios públicos; así como auditorías de la gestión del PP y de cómo se ha gastado el dinero público y la reivindicación por una financiación autonómica más justa.

El tercer gran consenso alcanzado ayer por el tridente Puig, Oltra y Montiel es la primera medida de la próxima legislatura: los tres apoyaron la propuesta de que la Mesa de las Corts tenga un representante de cada grupo parlamentario y ningún partido se quede fuera de ella. En la actualidad, el PP tiene tres representantes y el PSPV dos. Ni Compromís ni Esquerra Unida tenían asiento en este órgano de gobierno de la cámara.

El tema estrella o tabú, es decir quién será el presidente de la Generalitat, no estuvo encima de la mesa. Sólo en alguna broma al inicio de la reunión, confesó Puig. Sin embargo, el nombre del próximo molt honorable no formó parte de esta primera toma de contacto. No iba a hablarse de quién, sino del qué y del cómo, según coincidieron los participantes antes y después de la cita. Eso sí, con matices.

Antes de entrar al edificio de la plaza Virgen de la Paz, Mònica Oltra traslució que esa guerra por el Palau aún no tiene bandera blanca. «Vamos a poner en valor nuestro programa electoral, que tiene muchas coincidencias con el de Podemos, y que eso ha tenido un reflejo en las urnas muy importante. Esas dos maneras de entender la política, que se parecen mucho en los programas electorales, es la fuerza política más votada en esta comunidad. Es decir: esas dos fuerzas políticas, esos dos programas electorales, suman 32 diputados: más que Alberto Fabra. O sea, podríamos decir que es la opción política más votada por los valencianos», sostuvo, y recalcó que la unión Compromís-Podemos supera al «bipartidismo tradicional» por separado. Lo fundamental es pactar un «gobierno de cambio», subrayó Mònica Oltra. «Quién lo presidirá lo tenemos que hablar en otro momento. No es lo principal», apostilló la candidata valencianista.

Ximo Puig, tras la cita a tres bandas y preguntado por si veía más cerca la presidencia de la Generalitat, fue suave en las formas pero contundente en el fondo: «Los ciudadanos han determinado cuál es el peso de cada formación política. No voy a estar todos los días insistiendo en esta cuestión, pero me considero concernido en hacer posible un nuevo Gobierno de progreso y por la convivencia. Y haré lo que sea posible», zanjó el líder de los socialistas valencianos. Antonio Montiel, secundario de lujo en esta batalla por la presidencia, fue más escueto y sentenció: «Los tres coincidimos en que no es el momento de personalismos ni de hablar de personas. Es el momento de la gente, de la generosidad, de la responsabilidad».

«Hemos avanzado muchísimo», dijo una Mònica Oltra que se declaró «muy contenta» con la reunión. El mismo espíritu positivo desprendieron sus dos interlocutores. ¿Después de esta reunión ve claro que habrá un nuevo gobierno progresista? «Yo sí, pero ya lo veía claro el día 24 por la noche. Porque soy una persona esperanzada y optimista», respondió Oltra. La líder de Compromís expresó su deseo por que Podemos entre en el Gobierno. «A mí me gustaría», dijo. «Nosotros, a priori, no estamos en la lógica del Gobierno», contradijo Montiel. Puig lo confirmó „el apoyo de Podemos se materializaría «desde el Parlamento», dijo„y no mostró esa querencia por incluir en el Consell a la formación morada.

En el diálogo, insistió Oltra, «no queremos dejar fuera a Ciudadanos». No estará en la comisión, pero sí podrá opinar y participar. «No vamos a hacer lo que hacía el PP: anular el pluralismo político».