La disposición de recursos en el exterior no declarados fue la causa de la detención, procesamiento y encarcelamiento en 1966-1967 del padre, del hermano y un tío de Rodrigo Rato por fuga de capitales y tráfico ilegal de divisas. La operación la desencadenó el Tribunal de Delitos Monetarios. Fue el escándalo y el pánico suscitado entre los clientes del Banco de Siero por la detención del dueño de la entidad lo que llevó al cierre de sus oficinas y a su intervención. Por lo tanto, no fue la crisis del banco (como se dijo) lo que motivó la detención del gijonés Ramón Rato Rodríguez San Pedro sino que fue la actuación policial y judicial contra el padre de Rodrigo y otros parientes lo que precipitó la desestabilización de la entidad.
Ramón Rato siempre proclamó su inocencia y aseguró que su condena (tres años de prisión y una sanción económica) fue una venganza del dictador Francisco Franco. Lo fue. Franco conocía las conspiraciones monárquicas en la que estaban implicados Ramón Rato y otro de sus hermanos. Y además el banquero asturiano desafió al Caudillo exigiendo a su hermano Nicolás Franco la amortización de un crédito que el «hermanísimo» jamás devolvió. Ramón Rato se amparaba en que otros banqueros y empresarios realizaban las mismas o análogas prácticas con divisas en el exterior, pero, como le alertó entonces uno de los siete grandes banqueros del país, «el caso es que te investigan a ti y no a los demás».
Rato, acostumbrado a desenvolverse por el mundo como muchos de sus ancestros, había comprado dos pequeños bancos en Ginebra (Suiza) y Amberes (Bélgica), ultimaba la adquisición de otro en Irlanda y soñaba con ser banquero en Londres.
Sus operaciones consistían en captar el ahorro de emigrantes españoles, depositar su contravalor en pesetas en España y dejar las divisas en el exterior, acrecentadas porque Rato utilizaba un tipo de cambio diferente al oficial. La evasión que se le imputó supondría hoy 14,12 millones de euros.