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Análisis

¿Arde Europa?

España podría liderar el bloque socialista en la Cámara europea - El triunfo de Pedro Sánchez da esperanzas a la socialdemocracia

¿Arde Europa?

Europa fue la gran ausente de la anterior campaña electoral. Los candidatos olvidaron hablar de cuánto condicionará la política nacional lo que ocurra en la Unión Europea a partir del próximo 26M. Y ello pese a que apenas unos días después del arranque de la campaña electoral española, un pavoroso incendio consumió buena parte de la emblemática catedral francesa Notre Dame, a modo de simbólica advertencia o premonición: «Las llamas están consumiendo los fundamentos de nuestra historia», se lamentó un treintañero galo, profundamente afectado.

La conmoción por la pérdida de un patrimonio tan valioso trascendió la fronteras de Francia y contagió especialmente a Europa, inmersa en su particular batalla por apagar otros conatos de fuego que amenazan igualmente los fundamentos de su propia identidad: «El nuevo Parlamento de Estrasburgo deberá defender con energía los valores y principios en los que se basa nuestra convivencia en paz y libertad. Eso es ni más ni menos lo que está en juego y es exigible que las familias políticas proeuropeas lleguen allí con las ideas claras», advertía estos días el vicepresidente de la Comisión Europea Joaquín Almunia. La mayor amenaza interna que afronta la UE es el crecimiento de la ultraderecha, no solo sociológicamente, sino sobre todo en el seno de las instituciones. Y tres son «las familias proeuropeas» que, en opinión de la Comisión, deben contenerla: los conservadores, los liberales y los socialistas. Es decir, los tres grandes bloques ideológicos que concentrarán, además de los ultraderechistas, el mayor número de eurodiputados tras las elecciones.

La campaña arrancó coincidiendo con la celebración de la última reunión previa a la convocatoria electoral de los líderes europeos, a excepción del fantasma político de la primera ministra británica Theresa May. En la cumbre de Rumanía, los 27 jefes de Estado avanzaron en la Agenda Estratégica 2019-2024 para el próximo lustro: qué prioridades y cómo financiarlas. Pero también dedicaron parte del encuentro a debatir sobre la necesidad de apuntalar el edificio europeo. Una declaración que representa todo un indicador del nivel de alerta con que Europa observa el alcance de los retos que tiene ante sí.

Frente reaccionario

El principal desafío viene de la intención de las fuerzas populistas de varios países comunitarios de armar un frente reaccionario para transformar el proyecto europeo desde dentro y de acuerdo a sus postulados. Hace una semana, los presidentes italiano y húngaro, Matteo Salvini y Víktor Orbán, pactaron la estrategia a seguir en el Parlamento Europeo tras la consolidación de un bloque de fuerzas de la ultraderecha.

Italia y Hungría contarán para ello con los eurodiputados de Marie Le Pen, en Francia, y los de los restantes líderes populistas de Polonia, Austria o España, entre otros. Las encuestas apuntan que la suma de la ultraderecha podría hacerse con un tercio de la Cámara europea, con la Liga de Salvini a la cabeza: hasta el 33% de los votantes italianos podría apoyarla el 26M. Los porcentajes varían en cada país, pero crece en todos: por encima del 20% en Francia y del 10% en Alemania y España, donde Vox entró con menos fuerza de lo previsto en el Congreso.

«Si todo el mundo votara a los extremistas, ¿cuál sería el paisaje europeo al día siguiente?», se preguntaba estos días Jean Claude Juncker . Y el presidente de la Comisión Europea llamó la atención sobre los discursos extremos: «El populismo extremista es inaceptable y no cabe en el debate democrático. Tenemos que demostrar a los europeos que tienen buenos motivos en tener esperanza».

Uno de los motivos lo ha dado España, y no sólo porque la ultraderecha entró con menos fuerza de la esperada, sino por el indiscutible triunfo del socialismo español frente al retroceso de la socialdemocracia europea (salvo en Portugal). Si los buenos resultados del PSOE se confirman en las elecciones europeas y se convierte en el grupo más numerosos de eurodiputados del bloque de izquierdas, Pedro Sánchez representaría la voz de los socialistas europeos. Del mismo modo que Emmanuel Macron y Angela Merkel seguirían siendo las de los liberales y conservadores europeos. Y serán ellos los que conjuntamente cuenten con mayor número de votos para oponerse al frente de la ultraderecha en el Parlamento europeo.

Cinturón sanitario

Desde este compromiso de levantar un cinturón sanitario contra el populismo, los europeístas liberales y conservadores entienden mal, y en no pocos casos se escandalizan, de la decisión del Partido Popular y de Ciudadanos de pactar con Vox. Y de ahí que el candidato Manuel Valls, que va en coalición con la formación de Albert Rivera al Ayuntamiento de Barcelona, haya mostrado su incomodidad ya en el acto de Colón y haya mostrado su disposición a pactar con el PSOE de Pedro Sánchez, pese al insistente veto de Rivera.

La sombra del brexit

En un principio España debía ocupar 59 escaños en el nuevo Parlamento europeo. Sin embargo, el retraso en la salida de Reino Unido de la UE hará que se vayan a repartir inicialmente 54 escaños y, una vez se culmine el brexit, se repartirán otras cinco actas de eurodiputado de acuerdo a los resultados del 26M. Según las encuestas, el PSOE, con Josep Borrell como cabeza de lista, ganará las elecciones europeas. Los socialistas lograrían entre el 29 y el 31% de los votos, lo que les otorgaría entre 17 y 18 eurodiputados. El PP ocupará la segunda posición, con una estimación de votos de entre el 18 y 20% y con 11 o 12 escaños.

De acertar el sondeo del CIS en su pronóstico, el otro también veterano eurodiputado canario, el palmero Gabriel Mato, se quedaría esta vez a las puertas del Parlamento comunitario. Y ello pese a que los populares aumentarán la distancia con Ciudadanos respecto a los comicios generales del pasado 28A. El partido de Albert Rivera mantendrá por su parte la tercera plaza a la que se aupó a nivel nacional en las últimas generales, aunque el porcentaje de voto será algo menor: conseguirían 14 o 16% y 8 o 9 eurodiputados. Y Podemos también seguiría siendo el cuarto partido más votado, con 13 o 15% y 8 eurodiputados, mientras Vox entraría con un porcentaje de voto inferior al 10% que le daban hasta ahora las encuestas: quedará entre 7 y 9%, con 4 o 5 escaños.

El avance de la ultraderecha tiene también mucho que ver con otro de los grandes desafíos que debe afrontar la UE en los próximos años: el brexit. Una «pesadilla» que comenzó con el referéndum en 2016 y sin que se conozca aún cuál va a ser el desenlace: ¿un brexit duro, un brexit blando o un no brexit, como sueñan aún algunos?

Además del brexit y la ultraderecha, otros males amenazan a Europa, como la desaceleración. Pero la cohesión social es la gran cuestión a la que la UE no termina de dar una respuesta que permita reducir la creciente desigualdad. La millonaria recaudación de fondos para restaurar Notre Dame lo puso de manifesto: «Víctor Hugo agradece a todos los donantes generosos dispuestos a salvar la catedral de París y les propone hacer lo mismo con los miserables», escribió el ensayista Ollivier Pourrol. Y encendió la mecha de otro incendio, esta vez en las redes sociales.

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