Nunca se sabrá el número exacto de piezas que se reparten, pero se cuentan más de 120 palets de obra cargados hasta los topes con decenas de piezas de cerámica. Azulejos, jarroncitos, floreros, ceniceros, platitos, tazas,...todo hecho en los talleres de cerámica de Manises, se repartirá el próximo 18 de julio en la gran Cabalgata de la Ceràmica, uno de los actos más multitudinarios de las fiestas patronales.

Para ser justos, no todo proviene de la capital de la cerámica. Los clavarios de Manises, encargados de organizar las fiestas, mantienen un convenio de obra social con el patronato Francisco Esteve, en Paterna, por el que sus usuarios realizan talleres de cerámica durante todo el año para nutrir este peculiar desfile. La asociación de discapacitados Afadima, de Manises, también participa de un convenio similar. El producto de la labor de ambas supone ya el 60 % de lo que se «lanza» y se reparte ese día. El resto lo consiguen los clavarios o bien mediante donaciones de los alfareros locales o bien adquiriéndolos.

Para ello trabajan todo el año. Cuentan con un presupuesto cercano a los 75.000 euros; del ayuntamiento y la Diputación de Valencia reciben una parte de esta cantidad mediante subvenciones, pero el resto, cerca de 50.000 euros, lo tienen que recaudar durante los doce meses precedentes a la fiesta a través de rifas, patrocinios y otras actividades que van desempeñando.

«Los clavarios nos encargamos de los principales actos, como la cabalgata, la entrega de l´Àmfora d´Or, la «botifarrà», las procesiones...», explica Francisco Navarro, clavario mayor. Él, como el resto de sus compañeros, ya cuenta con bastante experiencia en esto de organizar la cabalgata, puesto que es el tercer año que repite en el cargo. De entre 34 a 44 años, los clavarios van reciclándose paulatinamente con los años, pero suele ser un grupo de 18 o 20 personas que se mantienen al cargo de la responsabilidad de organizar las fiestas para todo el pueblo durante algunos años.

Platitos de las santas

Aunque es imposible saber el número exacto de artilugios de cerámica que se reparten ese día, sí que es cierto que hay uno más buscado y por el que vale la pena pelearse, y ese es el platito de las santas Justa y Rufina. «Cada año encargamos un diseño diferente de sus imágenes y las plasmamos en un platito pequeño. La gente se los colecciona. Llevamos cerca de dos décadas haciéndolos. Para los que siguen esta tradición, es muy importante conseguir uno de estos objetos. Solo encargamos unos 3.000», explica el clavario mayor.

Otro de los pequeños recuerdos de ese día que le gusta conservar a los turistas y maniseros es el mortero para hacer allioli. No en vano la localidad también organiza un concurso para premiar a la mejor salsa (este año celebra su tercera edición). Los clavarios, satisfechos de su trabajo, prevén que esta tradición ancestral sea todo un éxito. Para ello han destinado una carroza más que en la edición anterior. «Se trata de la carroza de la familia Montesa, artesanos de la localidad. Nos la ofrecen cada año y para ellos es un honor que la utilicemos, a parte de las ocho que llevamos siempre», indica el clavario mayor, quien «posiblemente deje el cargo el año que viene. «Creo que ya he cumplido», asevera entre sonrisas.