Se llama Vicente Pla, pero todos le conocen como Curro o Pollastret, es trabajador de la ONCE y lleva más de cuatro décadas participando en la Cordà, donde hace sonar una corneta instantes antes del inicio para avisar al resto de «tiradors» de que estén preparados. A Curro, o Pollastret, le falta la mano izquierda, y utiliza el muñón para abrir la tapa del cajón lleno de cohetes que va entregando con la mano derecha a sus compañeros de puesto para que estos los enciendan. Los que conocen algo de este espectáculo saben que junto al cajón sólo se sitúan los expertos, los que tienen la habilidad suficiente para impedir que entren chispas (lo que haría estallar el contenido) y la sabiduría para ir marcando la cadencia del tiro, acompasándolo al de los otros tiradores.

Cuando a las 01.58 horas de la madrugada del lunes estalló el último cohete de la Cordà 2014, Curro, o Pollastret, con sus cuatro décadas de experiencia como tirador, pese a estar curtido en mil batallas «coeteras», estaba emocionado. «Ha sido de las mejores ´cordaes´ que he visto en mucho tiempo. Ha sido impresionante...», aseguraba Vicente casi sin aliento. También el concejal y presidente del Consejo Sectorial de la Cordà, Jesús Giménez, se mostró tajante minutos después del espectáculo: «La mejor de la historia. Ha habido más fuego que nunca, se ha disparado una cantidad de pólvora inigualable. No sé puede mejorar lo que se ha hecho esta noche».

Giménez hablaba el lunes de madrugada de que la Cordà de Paterna ha alcanzado este año un límite por cuestiones de espacio, número de tiradores y cantidad de pólvora. «La calle Mayor no da más de sí, pese a que este año se han redistribuido los puestos para ampliar el espacio», subrayaba el edil. Y ayer por la tarde David García, tirador de la Quasipenya, opinaba lo mismo: «se podría tirar más si la Cordà dejara de hacerse en la calle Mayor, pero eso es inviable, sobre todo porque se perdería la esencia de la fiesta. También se tendría que disminuir la carga de los cohetes, si lo que se quiere es tirar más que ayer (65.000, todo un récord) o que durara más de los 20 o 25 minutos que tiene que durar (ayer fueron 23 minutos y 48 segundos), pero así se perdería espectacularidad».

Así pues, todos parecen coincidir en que la Cordà de 2014 ha alcanzado una cima difícil de superar, al menos si se quiere seguir hablando de «Cordà de Paterna». Y, ayer al menos, nadie parecía querer superar esa cima, todos se mostraban satisfechos por el espectáculo ofrecido a los cientos de espectadores que llenaban los balcones parapetados de los edificios de la calle Mayor o las bocacalles aledañas. Hubo mucha pólvora y se utilizó con conocimiento, de forma intensa pero continuada, a buen ritmo, sin que apenas se registraran parones y con menos cajones reventados que en 2013.

Quizá el humo fue ayer el gran enemigo de público y «tiradors». Apenas soplaba el viento, la humedad era del 80 % y durante gran parte de la Cordà ni los espectadores más cercanos eran capaces de ver algo más que siluetas junto a las chispas y los fogonazos. «El humo molestó un poco y podría habérnoslo puesto difícil para tirar „destacaba García„. Y pese a lo poco que se veía, no ha habido apenas parones. Ha salido todo muy bien».