La foto de Alejandro, de ocho años, con los pómulos y el cuelo enrojecido por el sol, estaba ayer en boca de todos. Su madre, María, era el reclamo de informativos nacionales. «Las quemaduras son para todos igual», aseguraba. La aplica crema antes de entrar en clase y le deja la loción en la mochila. «Pero pasan muchas horas al sol, de una a tres de la tarde, tras el comedor», apunta, que alerta de que las quemaduras que ha sufrido el niño «han sido en febrero y faltan por venir los meses más calurosos antes de las vacaciones», alerta. Y no se olvida de las aulas. «Van en manga corta desde enero. El calor es brutal y con un ventilador no haces nada», critica.