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El día que Albal retiró la estatua de Franco

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Memoria histórica

El día que Albal quitó la estatua de Franco

El popular José Vicente Sanchis ordenó en 2002 desmontar la escultura para "restaurarla" aunque el objetivo era que no volviera

La última estatua de Franco que presidía una ciudad en la comarca de l'Horta fue retirada en Albal en el año 2002. Más de un cuarto de siglo después de que todos los municipios del área metropolitana quitaran de las calles este tipo de símbolos, Albal, gobernada por el franquista Agustín Zacarés, mantenía un busto en la plaza principal del casco urbano y una quincena de calles en honor al Caudillo, a Primo de Rivera, a José Antonio, al Ángel del Alcázar, a diversos generales franquistas y a otras personas del régimen dictatorial.

Pero la entrada en el gobierno local del Partido Popular en el año 2001, tras un turno en la alcaldía, a través de un pacto con Unió Valenciana, que era la marca que usaba Zacarés en ese momento, propició que la estatua fuera retirada para siempre.

El popular José Vicente Sanchis, que presidía el consistorio, recuerda que fue una decisión de la junta de gobierno quitar la escultura y cambiar los nombres de las calles. Aunque en aquel momento se informó públicamente de que se retiraba la estatua para restaurarla, dado su elevado deterioro por las agresiones que había tenido, Sanchis explica a Levante-EMV que la intención era suprimir, de una vez, ese vestigio del franquismo «que ya no tenía sentido». Así que, el día 10 de julio de 2002, a las 10 de la mañana, miembros de la brigada y la misma empresa de mármoles que había esculpido el busto, lo retiraron «con total normalidad». Sanchis destaca que «no hubo ningún incidente ciudadano».

Evidentemente, Agustín Zacarés no estaba de acuerdo con la medida, como socio en el ejecutivo, pero «como ya no acudía ya a las juntas de gobierno» por su avanzada edad, el equipo de Sanchis siguió adelante. «Siempre he pensado que todo aquello me costó las elecciones pero eran cosas que había que hacer para democratizar Albal y modernizarla, igual que impulsamos el primer Plan General de Ordenación Urbana o pusimos la primera piedra del instituto. Todas aquellas cosas las hicimos porque eran nuestro deber», asegura el exalcalde.

Para las nuevas denominaciones de las calles, se recurrió a nombres tradicionales como «Llarg», «l'Hort», «Eixample» y otros con los que la ciudadanía ya conocía esos espacios y también a una batería de nombres de vecinos de la población (maestros, el cronista y otros), así como instituciones como Corts Valencianes o 9 d' Octubre. Eran denominaciones, en general, despolitizadas en aquel momento.

Como líder socialista en la oposición estaba el actual alcalde, Ramón Marí, que había reclamado en diversas ocasiones «que se quitara la estatua de un personaje que había hecho tanto daño». Marí formulaba esta petición «como socialista» y por tener tres personas represaliadas en su casa. «Nunca nos habían hecho caso pero un programa de Tele 5 vino a Albal, por ser uno de los pocos pueblos que conservaba ese busto, y acorraló al alcalde del PP en su despacho. Sanchis se vio obligado a anunciar la medida y efectivamente se hizo», narra.

El día que la brigada y el marmolista llegaron a la plaza, el ahora alcalde pidió «el día libre en el trabajo» porque «era una jornada histórica».

En la fosa 115

Marí ha revido estos días aquel capítulo a raíz de la exhumación del dictador Franco y la salida de sus restos del Valle de los Caídos. Este proceso se ha producido paralelo a la exhumación de la fosa 115 del cementerio de Paterna donde está su tío José Marí Martínez. «Fue ejecutado en el paredón de Paterna el 18 de diciembre de 1939 y enterrado en esa fosa (la misma en la que está un familiar del líder de Podemos, Pablo Iglesias). Marí ha sido sometido a las pruebas de ADN para que en el instituto forense de Madrid las comparen con los restos y pueda identificarse a su tío. «Queremos recuperar su cuerpo, que vuelva a su pueblo y enterrarlo con su familia que es donde debió estar siempre. Lo queremos, no por revancha sino para cerrar heridas. Igual que lo de Franco, no se trata de abrir conflictos sino de cerrar heridas que quedaron abiertas», indica el alcalde. Aún así, el socialista no oculta su opinión de que «el dictador aún ha tenido demasiados honores y la familia ha tenido un respecto que no se merecían».

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