El 3 de julio de 2006, los ciudadanos de l’Horta Sud se enfrentaban – quizás sin ser demasiado conscientes todavía en ese momento- a una de las peores tardes que se recuerda en la historia de la comarca. Pocos minutos después de las 13 horas un convoy del metro de la Línea 1 descarrilaba entre las estaciones de Plaza España y Jesús provocando la escalofriante cifra de 43 muertos y 47 heridos. Dieciocho de las víctimas mortales eran de su capital, Torrent. También las hubo de Paiporta y Picanya. Durante los días que siguieron a esta tragedia, los cortejos funébres recorrieron las calles de la capital de l’Horta Sud y en la memoria colectiva aparecieron imágenes de otra gran tragedia ocurrida 26 años antes, un accidente que segó vida, sueños y felicidad a 27 personas.

Era un 24 de septiembre cuando un autobús que hacía el recorrido entre Valencia y Torrent fue arrollado en Xirivella por un tren procedente de Madrid. Las barreras estaban levantadas y el autobus cruzó. Eran las 18.30 horas. El autobús de la empresa Vasa transportaba a más de 70 personas a su paso por Xirivella, puesto que había coincidido con la salida del trabajo del personal de la empresa Feycu, que utilizaba este transporte para volver a Alaquàs, Torrent o Aldaia. Decenas de pasajeros viajaban incluso de pie. En la intersección de la carretera con las vías del tren, el autocar encontró las barreras del paso a nivel levantadas y cruzó. Un tren procedente de Madrid arrolló el autobús que quedó convertido en un auténtico amasijo de hierro. Los gritos de los heridos se entremezclaron con los del guardabarreras, que pareció enloquecer, según recogen diferentes crónicas de la época. El fatídico paso a nivel era uno de los pocos que todavía se accionaba de manera manual.

En el momento del suceso, el choque entre los transportes arrebató la vida a 25 personas, cifra que se elevó a 27 días después. Los supervivientes -además de los pasajeros del tren- viajaban en la parte trasera del autobús, cuyo conductor quedó empotrado en la máquina del convoy. Los afectados recuerdan con agradecimiento que los primeros en llegar y en auxiliar a los heridos fueron los trabajadores del polígono de Xirivella que salieron de las fábricas y se enfrentaron a numerosos cadáveres desperdigados y decenas de heridos que aún estaban entre los restos del autobús. Además, miles de valencianos respondieron a la petición masiva de donaciones de sangre.

Xirivella, Alaquàs y Aldaia lloraron la pérdida atroz de vecinos, aunque fue en Torrent donde se contabilizó el mayor número de fallecidos. Precisamente por ello, el funeral se celebró allí, en la plaza Obispo Benlloch. El arzobispo de Valencia, José María Roca Cabanellas ofició la eucaristía junto a 24 sacerdotes y frente a los féretros, arropados por unas 50.000 personas. "Queridos hermanos, sé que en un momento como éste las palabras sirven de poco", comenzó Roca.

Recorte de la publicación del accidente recogida por Levante-EMV

Cuando terminó la misa, el nerviosismo se desató por el miedo a confundir los féretros. Fue entonces cuando el conceja socialista de Torrent, Valentín Fernández, cogió el micrófono y organizó la salida de cada fallecido uno a uno rumbo al cementerio. Se alargó más de dos horas.

La indignación por lo ocurrido fue tal que, una semana después, grupos de personas se congregaron en el punto de la tragedia en una manifestación no autorizada y arrojaron piedras al tren. Acabó con una carga de los "grises". El 15 de octubre, unas 8.000 personas, incluidos casi todos los alcaldes de la comarca, se manifestaron de nuevo de manera pacífica y pidieron la supresión de los pasos a nivel. Iniciaron la marcha en las diferentes localidades golpeadas por la fatalidad y se reunieron en las vías del tren para recordar a las víctimas.

Los afectados interpusieron reclamaciones ante Renfe y dos años después, cobraron las primeras familias, mientras que el resto lo hizo tras siete ejercicios. Con todo, tal como confiesan, nada ni nadie podrá liberarles del eterno dolor de haber perdido a sus seres queridos hoy hace 40 años.