«Desperezose la inmensa vega bajo el resplandor azulado del amanecer, ancha faja de luz que asomaba por la parte del Mediterráneo». Con esta frase empieza una de las novelas costumbrista más conocidas del ilustre escritor periodista y político valenciano  Vicente Blasco Ibañez, «La Barraca», publicada en 1898.

A principios del siglo XIX, determinadas zonas de València como el Cabanyal o el Palmar, y gran parte de su área metropolitana, especialmente l’Horta Nord, eran espacios estratégicos donde se vislumbraban las barracas. Y es que esta estructura o construcción rural de cemento y paja enblanquinada con forma triangular fue la vivienda más popular en otros tiempos, seguida posteriormente de las ‘alqueries’. El ‘sky line’ de las calles lo formaban decenas de tejados a dos aguas de paja, y cada uno de ellos conformaba una vivienda tradicional valenciana.

Según diversas fuentes, su origen se remonta a las primitivas chozas. A lo largo de toda la península y el sur de Francia, se dan construcciones similares a la barraca, con cubiertas muy pronunciadas y revestidas de elementos vegetales. En València se distinguen dos tipos, la barraca de huerta y la de pescadores (l’ Albufera o elPalmar).

La distribución era la siguiente: el interior estaba dividido en dos dormitorios, cocina,baño y una andana, que se solía utilizar para el secado de los productos de la huerta comestibles. Actualmente, la barraca, uno de los iconos de l’Horta de València, está en peligro de extinción. En los años 20 del pasado siglo llegaron a existir al menos 2.500 y ahora quedan unas 70.

Dando un paseo por l’Horta Nord, aún se vislumbran algunos vestigios como la barraca situada en plena carretera de Barcelona, justo a su paso por la pedanía de Cases de Bàrcena, que sirve como casal fallero de la comisión con mismo nombre, hoy por hoy. Otra se puede ver en la misma partida de Alboraia, cerca de Saplaya.

Por su parte, una muy significativa fue construida en los años 90 del siglo XX por el hostelero Toni Montoliu y, en ella, se pueden conocer los materiales e incluso ver como vivían las familias de la época ya que hace las veces de museo y acoge visitas. Está situada entre Foios y Meliana. Este vecino también tiene otra construida dentro de su icónico restaurante.

También se puede admirar otra barraca tradicional situada en las afueras de València (en la zona de la Rambleta).

Un modelo actualizado

Incluso en Foios existe, desde hace unos años, una construcción de nueva planta, con materiales actualizados a la normativa pero que representa la barraca valenciana. Se usa es para reuniones, está dentro de una zona vallada y a su alrededor hay un espacio asfaltado para aparcar coches. Se puede visitar el recinto y estar dentro de la zona acotada en un paseo por la zona. Cerca de ella, se alzan varias alquerías.

Dado que ahora es una zona de paseo, muchos jóvenes preguntan a sus familias qué es aquella casita en medio de la huerta. Los que mejor conocen el territorio, les cuentan las bondades de esta tradicional casa valenciana y los adentran en la València del siglo XIX. Otros van más allá y les cuentan además sobre aquel incendio de barracas que se originó en pleno barrio del Cabanyal, donde desaparecieron centenares de ellas.

La barraca es, hoy por hoy, todo un legado de una forma de vida de muchas familias valencianas, con nombre propio, con un libro propio, con estudios propios y con una historia propia que merece ser contada.