El Barrio de La Coma es un problema en sí mismo. Es un problema estructural y de concepción al crear un polígono ‘gueto’ que, hasta hace muy poco, era ‘tierra de nadie’. Baste con decir que estaba por recepcionar por el Ayuntamiento de Paterna hasta 2018. ¡Cuarenta años después de su ocupación!

Diariamente se viven y sufren circunstancias difíciles en la convivencia que solo conocen y sufren los afectados. La opinión pública solo se entera cuando algún brote esporádico de mayor virulencia salta a los medios de comunicación y escandaliza.

Son más de 30 años inyectando profesionales: educadores, maestros, trabajadores sociales, médicos… en un esfuerzo de avance hacia una situación de normalización. Son 1.200 viviendas que alojan no menos de 6.000 personas sin los servicios básicos de cualquier pueblo de la Comunitat Valenciana, con bajos en los que hubiera podido abrir un ultramarinos, una zapatería, una pescadería, una ferretería…, rodeado por Campolivar, por un lado, y por Mas del Rosari, por el otro, ambas urbanizaciones de viviendas de alto standing sin ningún tipo de capilaridad con el polígono de La Coma.

Somos conscientes de que hay que atender cada día problemas de hacinamiento, sanidad, dependencias, educación, cultura, desempleo, falta de ingresos, etc. etc., aunque eso, con ser necesario, es actuar sólo con ‘luces cortas’. Es urgente actuar con ‘luces largas’ para elaborar medidas de largo alcance que alumbren otro futuro para estas personas que permanecen o toman el relevo del hacinamiento, la pobreza y la exclusión. Y profundizar y actuar sobre las causas de estas situaciones. Causas de todo tipo, pero también y para empezar, sobre todo, urbanísticas. De concepción y estructurales.

Las rehabilitaciones de las viviendas que la EVHA acomete, producen realojos de familias, con problemática de igual o mayor espesor que la que se fue, y esto es un círculo vicioso.

Las personas del barrio están, hoy día, ya muy ajenas a organizarse, a participar, a ocuparse y preocuparse por todo lo común, tras 30 años de desestructuración y de deserciones de familias que, en cuanto mejoran un poco, si pueden, abandonan el barrio.

La convocatoria a vecinas y vecinos se ha hecho, en ocasiones, con escasa respuesta y siempre en torno a los problemas inmediatos, pero nunca se abordan las causas que los provocan con una mirada de largo alcance.

Entidades como la falla, el fútbol o la banda presentes en el barrio, bastante hacen con subsistir, cada uno como puede, y las personas de las entidades sociales que trabajamos en el barrio, nos hemos saturado de asambleas, comisiones mixtas y reuniones en las que nos contamos, una y otra vez, las circunstancias de la vida en el barrio entre nosotros o a responsables de Administraciones Públicas, sin que se produzcan avances.

Tras 30 años de vida, ideas y planes, hay que pensar si las razones estructurales en la concepción, ubicación y urbanismo no están en la base de su problemática que sigue apareciendo como irresoluble, porque no ha sido abordada. Es urgente tomar medidas para resolver el gueto que lleva ya 30 años de vida y que sigue hundido y hundiéndose más, porque cada día y cada año, sigue siendo el día, el mes o el año de la marmota.

La Coma es un problema irresoluble a menos que alguien se proponga deshacer el gueto, porque su problema es, precisamente, ser un gueto.